1. Huatulco


    Fecha: 05/03/2024, Categorías: Voyerismo Autor: voyenudista, Fuente: CuentoRelatos

    ... hacían los dos tipos de la parte alta de la lancha grande, uno de ellos incluso con binoculares. Tanto mi novia como yo estábamos sumamente excitados y a mí se me notaba a ojos vistas, mi pito estaba firme y palpitaba con fuerza.
    
    Nos pusimos de pie y caminamos en diagonal, de nuevo hacia el mar, pero intentando acercarnos a ellos sin que fuera muy evidente. Realmente queríamos estar cerca de la acción. Con el agua un poco debajo de la cintura, puse a Alina de espaldas a mí, de tal manera que ambos pudiéramos ver bien la escena, mientras mi pene se frotaba contra sus nalgas. Para ese momento, la mujer ya estaba desnuda y, arrodillada, le hacía una felación al marido. Después ella fue quien se recargó en la roca y el marido la penetró levantándole una pierna con su antebrazo, lo que hacía que ambos formaran una especie de escultura erótica en movimiento, un agasajo para la vista. De cuando en cuando ellos nos miraban y nosotros les sosteníamos la mirada; era evidente que disfrutaban al ser vistos.
    
    Cuando terminaron de coger –¡Cómo lamentamos que el ruido del mar no nos permitiera escucharlos!- pensamos que entrarían al agua para refrescarse, pero para nuestra desilusión caminaron hacia la enramada donde estaban cuando desembarcamos y quedaron fuera de nuestra vista. La siguiente media hora no sucedió nada interesante. El grupo de tres mujeres y un hombre caminaron hacia los riscos del final y volvieron sobre sus pasos, mirándonos disimuladamente, en esa actitud tan poco ...
    ... natural que distingue a un mirón culposo de alguien abiertamente voyeur.
    
    Consideramos que era momento de volver a la lancha; recogimos nuestras escasas pertenencias y, antes de que Alina pudiera decir una palabra, metí ambos trajes de baño en la bolsa de plástico, junto con la toalla y el bloqueador.
    
    -¿En serio nos vamos a ir desnudos? –preguntó Alina.
    
    -Yo lo hice hace rato y no pasó nada –le respondí.
    
    -¿Y los chavos de la lancha, no dirán nada?
    
    -¡Huy, seguro se van a incomodar! –le dije con sarcasmo.
    
    Caminamos hasta situarnos en el punto más cercano a la lancha, que estaba justo frente al lugar donde seguían las tres mujeres y el hombre, quedando además a tiro de piedra de la lancha de dos niveles. Alina entró al mar y comenzó a nadar con ese estilo limpio que tiene para hacerlo. Yo la seguí, con cierta dificultad debido a la bolsa con nuestras cosas, pero pude sostener el ritmo por los cerca de cincuenta metros que nos separaban de nuestra lancha. El capitán ya esperaba en la borda, tendiéndole una mano a mi novia para auxiliarla a subir. Luego, sin tanta gentileza pero con la misma eficiencia, me ayudó a trepar.
    
    -¿La pasaron bien? –nos preguntó atentamente.
    
    -¡Excelente! –dijo Alina.
    
    -¿A dónde quieren ir ahora?
    
    -A ningún sitio en particular, capi –pedí. –Sigamos navegando despacio.
    
    De inmediato nos acercó un par de cervezas frías, nos acomodamos en la colchoneta de proa y, luego de que el asistente recogiera el ancla, enfilamos mar adentro. ...