1. La abogada


    Fecha: 14/02/2024, Categorías: Sexo con Maduras Autor: fernandobcn, Fuente: CuentoRelatos

    ... melodía de su voz. Así fuimos pasando entre preguntas y respuestas. En un momento dado de la entrevista, miré sus piernas a través de la mesa de cristal. Sus piernas eran delgadas, incluso diría que huesudas, pero bonitas. Sentí como mi miembro comenzaba a moverse dentro de mi pantalón. ¡Estaba empezando a empalmarme! Me sonrojé levemente y levanté la mirada de sus piernas volviendo nuevamente a sus grandes ojos azules. Noté una leve sonrisa mientras Marta hablaba y como su mirada me había acompañado mientras subía de sus piernas a sus ojos. ¡Me había visto mirándoles las piernas!. ¡No podía ser, como es posible que a mi edad y con mi experiencia me hubiera dejado llevar!
    
    El resto de la entrevista transcurrió con los papeles invertidos, atropelladamente y con ganas de finalizar, por mi parte, y con seguridad y autosuficiencia, por su parte.
    
    Marta, en breve te diremos alguna cosa.
    
    El resto de día transcurrió de forma frenética, de reunión en reunión, con llamadas y mails. Procuraba no pensar mucho en la entrevista con Marta, pero no podía dejar de hacerlo en esos breves instantes que pasaba de una cosa a otra. ¿Qué me había pasado? ¿Seré gilipollas? ¿Cómo es posible que una niñata me haya cogido mirándole las piernas? ¿Y qué hacía mirándolas? Estos eran mis pensamientos repetitivos en esos breves instantes.
    
    Tenía que tener la mente fría y ver las cosas con distancia, pero a la vez tenía que tomar una decisión a lo largo del día para trasladarla al día siguiente ...
    ... al equipo.
    
    Por la noche y antes de acostarme, estuve sopesando los cuatro candidatos que había entrevistado, pero no dejaba de flotar en mi cabeza el nombre de Marta continuamente.
    
    Acabé inclinándome por Marta, tenía la experiencia, formación y la capacidad para traer nuevos clientes. Lo que más destacaba en su candidatura era su personalidad y su potencial. Vestí mi decisión de objetividad pero en el fondo supe que no era mi cabeza quién decidía.
    
    Una vez trasladada la decisión al equipo, se lo comunicaron a Marta. Se puso muy contenta, casi eufórica, según me trasladaron. Cómo nos urgía, se incorporó a la semana siguiente.
    
    En su primer día, conoció a las diferentes personas que integraban la compañía y por último se reunió conmigo para darle la Bienvenida. Nos reunimos en mi despacho, en la mesa pequeña y redonda para quitarle formalidad. Fue una reunión breve y en la que me mostré distante y frio-me sentía avergonzado por mi comportamiento en la entrevista que mantuvimos- pero cordial. Aproveché para comentarle que tendría que cuidar un poco más su forma de vestir, que no éramos una ONG. Asentía y parece que tomaba nota de lo que le decía.
    
    Dado que yo era el primero y el último en salir de la oficina, al día siguiente y muy temprano, coincidimos los dos solos en el ascensor, subiendo hacia la oficina. Estaban cerrándose las puertas y una mano las interrumpió, volviéndose a abrir. Apareció Marta con un ceñido traje azul marino de rayas diplomáticas y camisa ...
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