Buscando un Amigo - Relatos Eróticos

Buscando un Amigo

Siempre disfruté mucho el sexo oral, me fascinaba que una novia o una amiga me lo hiciera. Es una sensación sumamente reconfortante. Me daba mucho morbo y a la vez placer ver la cara de mi compañera de turno, disfrutando y preocupándose de hacerme disfrutar. Siempre pensé que era una actitud de profunda generosidad. Un intercambio donde ambos obteníamos un objetivo. Sentía deseo en mi polla y curiosamente también en mi boca. Comencé pensando que no me sentiría mal probarlo algún día. De a poco comencé a fantasear con un cuerpo muy blanco, de piel muy suave y sin nada de vello. Era algo que me despertaba deseo y curiosidad. Si además fuera un jovencito veinteañero me apetecería más aún. Una tarde estaba en un bar, En otra mesa había un chico de esas características. Comencé a observarlo hasta excitarme. Fui subiendo la intensidad hasta que decidí ir por él. En un momento que me miró fingí sentirme sorprendido cual si lo conociera. Lo miré como para saludarlo dando a entender que trataba de recordar de donde lo conocía. Al final lo saludé, con naturalidad. Le dije, de donde eres? Sé que te conozco? Me dijo, no soy de aquí del centro, vivo en la sierra. Me acerqué a su mesa y quise encausar la conversación lo más con seguridad y sin despertar sospechas. Ya en su mesa, me jugué y le dije: no te asustes pero hice esto para acercarme y sin llamar la atención. Te molesto? No, sólo estoy un poco sorprendido. Mirá, tómalo con calma, no pasa nada extraño. Sólo me llamaste la atención, ...

... me gustan las chicas. Nunca tuve contacto con un chico y hay algo que me atrae de tí. Pensé que es muy osado, decir algo así de la nada, pero me pregunté Por qué no? Me dices que no te interesa y me retiro tan ricamente. Pero y si la sorpresa despertara algo en tí? Que puedo perder? Me llevo un No y siempre habrá otra oportunidad. No lo tomó mal. Me dijo sorprendido, nunca hubiera imaginado esta charla con un extraño. Dime concretamente qué es lo que buscas? Mira, no voy a andar con rodeos. Hace tiempo tomé la decisión de no reprimir mis impulsos. Te vi, me pareces un chico tranquilo y de buen ver. Pulcro, higiénico. Sólo me gustaría saber si accederias a plantearte una excepción. Mi intención es saber que posibilidad existe de que me dejaras acariciarte un poco. Podría ir con ambigüedades y decír que quiero sentir tu piel. Te imaginarás que algo en especial. Sí, es eso nada más. No busco una relación ni volver a vernos una segunda vez. Sólo quisiera acariciarte y hasta donde tú me lo permitas. Mi intención es hacerlo suave, despacio y delicadamente. Por supuesto que en otro lugar discreto y apartado. Si te apetece y te animas, lo intentamos, sino acá mismo termina esta conversación de manera totalmente amistosa y amable. Algo nervioso y aún sorprendido me dijo no sé qué decirte. Nunca me he planteado nada así, aunque estás cosas pasan y mucho. No lo tengo claro, jamás lo había pensado. Aprovechando mi decisión firme le sugerí, déjate llevar un poco y si no te sientes a gusto ...