1. ¿No que no?


    Fecha: 12/10/2022, Categorías: No Consentido Tus Relatos Autor: Arandi, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X

    ... pelvis como si su vida dependiera de ello, lo meneó con la mayor de las fuerzas.
    
    Terrible montada brindó aquella mujer casada a su improvisada yunta sexual.
    
    Alberto la tomó de las pantorrillas, deslizó las piernas de Trini hacia el frente haciendo que ella quedara en cuclillas. Con tal cambio hecho la conminó a que hiciera sentadillas sobre su vergazo.
    
    Sánchez Medina le ofreció sus manos como apoyo entrelazando sus dedos con los de ella. Esto Trini lo tomó como otro gesto amoroso que le brindaba seguridad para no caer. No obstante, aquél pronto le retiró tal sostén, pues usó sus manos para pellizcarle los oscuros pezones. De forma extraña, Trinidad sintió un doloroso placer. Sujetando tales remates de las tetas de la Señora Alberto los meneó con tal fuerza que las dos mamas temblaron. Sus senos jamás habían padecido tal tipo de trato.
    
    Para cuando aquél se le vino disparándole su semilla dentro (no habían usado condón), la mujer vibraba; su sudor la recorría desde la cabeza hasta deslizarse por el surco de la espalda y llegarle al canalillo del trasero. Trinidad Gómez Hernández se sentía consumida de placer y consumada como mujer.
    
    Se dejó caer sobre el hombre que la había poseído y así ambos amantes se abrazaron; ella pensando que aquél la amaba, él satisfecho de haberse chingado a otra más.
    
    Minutos después, la antes recatada señora, le mamó el miembro al Jefe de personal, lo hizo a pedido de él quien no se quedó pasivo ya que le metió dedo en el apretado ...
    ... anillo, un orificio que a la mujer le servía exclusivamente de salida a sus excresencias. Ahora, sin embargo, se convertiría en entrada para aquello que ella mamaba; aunque Trinidad aún no lo sabía.
    
    Conociendo de hembras, el Jefe de personal ejerció un especial trato al área clitoral para que ella estuviese susceptible. Con dedicación y tiempo, logró poner en marcha la propia lujuria de la dama a quien estaba dispuesto a empalar por el ano. Trinidad, por propia mano, siguió masturbándole.
    
    Sin que ella lo advirtiera, el hombre tomó posición, colocándose detrás suyo. Trinidad supuso que simplemente le volvería a “hacer el amor” desde detrás. Alberto, sin embargo, manipuló su propio miembro hasta que éste estuvo sobre el asterisco bien cerrado de la dama a penetrar. Esto dio aviso a la mujer de que aquél pretendía...
    
    —¡No, por ahí no! —gritó.
    
    Trató de detener a su invasor empujándole el pubis con una mano, pero no pudo, fue inútil. Alberto se abrió camino por el túnel estrecho. El miembro fálico expandió el oscuro canal cual embutido, alojándose ahí por unos segundos.
    
    La mujer chilló como puerco en matadero, pero su atacante no dejó de asediarla. En cambio dio fuerte cachetada en una de las mejillas traseras. Alberto no la amaba, no le hacía el amor, sólo quería saciar su apetito sexual, pero ella aún no lo entendía.
    
    Tras un momento Sánchez Medina se puso en cuclillas e inició el bombeo; parecía como si estuviese haciendo sentadillas, con la peculiaridad de estar ...
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