1. ¿No que no?


    Fecha: 12/10/2022, Categorías: No Consentido Tus Relatos Autor: Arandi, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X

    ... realidad. Tenía a Alberto Sánchez Medina, el Jefe de personal, encima de ella y completamente desnudo. ¡Por Dios, ella era una mujer casada! ¡¿Cómo podía haberse dejado llevar hasta ese punto?!
    
    ¡¿Cómo le explicaría a su esposo que le hubiese desaparecido su pelambre?! ¡Él inevitablemente se daría cuenta!
    
    Trinidad veía el asta de carne resbalar lúbricamente, amenazando con ingresar a su cuerpo. Aquella endidura se le abría de manera natural.
    
    —¡No, no, no, por favor! ¡Alberto... soy una mujer casada! —gritó la señora.
    
    —Olvidaste la palabra mágica. Debiste decir, soy una mujer “felizmente” casada —dijo burlonamente aquél—. Si lo hubieras dicho yo no haría esto —y el hombre procedió.
    
    La mujer sintió el ingreso del invasor a su cuerpo. Era notablemente mayor que el de su marido. A excepción de las veces que parió, su intimidad nunca se había abierto tanto.
    
    Aunque le era un tanto doloroso, en ese momento tuvo plena consciencia de que su cuerpo en verdad lo deseaba, pues se abrió y adaptó al tamaño y espesor del ocupante.
    
    Desnuda y pelada de ahí abajo, echada sobre aquel montículo de sobras de tela, Trinidad estaba abriéndose a otro hombre. Uno que la deseaba más que su propio marido.
    
    Sánchez Medina la estaba penetrando con su tiesa y maciza carne, y si ésta estaba en esa condición era sólo porque ella provocaba tal excitación. Evidentemente Trinidad le ponía dura la verga a ese hombre, y al tener eso en consciencia, se sintió también excitada.
    
    Alberto ...
    ... le puso una mano sobre el vientre y presionó con intención de sentir su propio pene a través del abdomen femenino, y en efecto, lo sintió. El miembro era lo bastante largo y grueso para así percibirlo.
    
    Trini misma se sorprendió y comenzó a reaccionar al tamaño y a los bríos de la arremetida. Su bajo vientre se movía de forma espasmódica, como en respuesta a la ocupación fálica.
    
    Él la besaba y ella gemía.
    
    La hendidura recibía y tragaba con gusto el gordo pedazo de carne. Sánchez Medina se abría paso sintiéndola estrecha como señorita, pese a que aquella ya era madre de dos. Trinidad bien sabía que Casimiro, su marido, no la había dilatado tanto nunca; él jamás podría hacerlo, y el sólo pensarlo provocaba que sus fluidos de mujer brotaran sirviéndoles a ambos de lubricante necesario para la faena.
    
    El brillo que podía verse a lo largo del fuste de Alberto, mientras entraba y salía, provenía de la propia Trinidad. Percibiendo la temperatura, movimiento y grosor del invasor, el cuerpo de Trini expulsaba aquellos jugos de forma espontanea, reaccionando de acuerdo al placer recibido. Su vibrante reacción a cada arremetida era como un estallido de éxtasis, parecía invitar a una fricción más constante y vigorosa. Ella lo tragaba abrazándolo contra las paredes de su túnel, que le quedaba tan estrecho al macho que parecía guante de carne de menor talla a la requerida.
    
    Trinidad, por propia boca, pidió cambio. Fue así como ella se puso en cuatro mostrando su interés de ser ...
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