1. Inmigrante (07)


    Fecha: 10/09/2018, Categorías: Confesiones Autor: AMorboso, Fuente: CuentoRelatos

    Y el domingo celebramos la boda. Esta vez fue por todo lo alto. Más de 200 personas invitadas, cinco de ellas de mi parte. No tuve que preocuparme de nada. Todo fue organizado por Ana y una empresa especializada, yo solamente introduje un pequeño cambio de última hora.
    
    La ceremonia estuvo bien. Me hizo gracia que en su discurso hiciese mención al amor que nos teníamos y que por eso dábamos ese paso importante y que debíamos criar a nuestros hijos dentro de ese amor. Me mantuve respetuosamente al margen de los actos estrictamente religiosos y salimos al terminar.
    
    Como en el boda civil, volvieron a echarnos arroz, besos, presentaciones de personas que no volvería a ver en la vida, etc. Y luego una gran comida con todos los invitados. Nosotros, siguiendo la tradición, fuimos a donde el fotógrafo quiso para realizar lo que llaman reportaje de boda. Fotos y más fotos de ella sola y juntos en los lugares supuestamente más bonitos para fotografiar.
    
    Cuando fuimos nosotros a comer ya estaban todos ubicados. Nos recibieron con toda la parafernalia habitual en estos casos y ocupamos nuestros lugares en la mesa de la presidencia, no sin antes echar un vistazo comprobando que las cosas estaban como había previsto.
    
    Mediada la comida, Ana me dijo:
    
    -Ha debido pasar algo.
    
    -¿Por qué lo dices?
    
    -Porque veo al fondo una mesa redonda con mis amigas y cuatro mujeres más que no conozco, pero que me suena la cara cara de alguna, y no recuerdo que hubiese mesas tan grandes.
    
    -Es ...
    ... un cambio mío de última hora. Como no había mesas de ese tamaño, pedí a un cliente que tiene algo que callar que me fabricase una y lo hizo de un día para otro. Por otro lado, de mis seis invitados, dos son mis antiguos compañeros de piso, las tres mujeres que te suenan, son las tres putas con las que van los maridos de tus amigas, que les he pagado para que vengan a comer y se pongan en la misma mesa y la cuarta es la compañera de piso de las otras. Tus amigas estaban de acuerdo y la idea es amargarles la comida a los maridos. Las putas habrán entrado primero y cogido a mesa, y tus amigas tenían que llegar tarde para que solamente esa estuviese libre.
    
    Ana se echó a reír a carcajadas diciéndome que era un cabrón, pero que le gustaba la idea.
    
    Los maridos, a diferencia de la otra celebración que no hacían más que dar voces y reírse, estaban serios, se les veía hablar algo, pero solo cuando les preguntaban, mientras todas las mujeres hablaban en franca camaradería. Fijándome bien en ellos, se les veía pálidos, casi blancos, comían poco y bebían menos. Tenían que estar acojonados.
    
    Se lo comenté a Ana, que también se estuvo fijando, lo que fue motivo de regocijo durante toda la comida.
    
    Nuestros padrinos fueron un primo de ella y su prima Cristina, que estaban sentados en nuestra mesa. Él junto a Ana y ella junto a mí.
    
    Cuando empezamos a comentar lo de las amigas, sentí la mano de Cristina en mi muslo, recorriéndolo desde la rodilla a la ingle varias veces. Yo llené ...
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