Estrenando sumisa - Relatos Eróticos

Estrenando sumisa

... arriba, la besé apasionadamente antes de volver a ponerle mi prótesis en su boca - Chúpamela bien, demuestra cuál es tu pirulo preferido – ordeno mientras uso una mano para pajearla y la otra para masajear sus huevos. 
Cuando decidí que estaba lo suficientemente excitada, cogí un bote de lubricante y poniéndome de pie tras ella, comencé a aplicárselo en el ano, aprovechando también para untar bien mis dedos. Estaba a mi merced, inmovilizada, lubricada y deseosa de que continuase con el juego, pero en el momento en el que metí mi dedo en su culo, no pudo evitar mirarme a los ojos. Rápidamente saqué mis dedos de su interior y dándole un sonoro bofetón con la mano limpia espeté:
- ¿Qué es lo que tanto miras? ¿Esto? – agité los dedos que acababa de sacar de su culo en frente de su rostro y vi que en mi dedo había un pequeño rastro de excremento – Tienes prohibido mirarme a los ojos, pero una vez más eres incapaz de respetas las reglas – le vuelvo a cruzar la cara con la mano limpia – Te has quedado sin premio. Limpia esta porquería, que seguro que a pelo también te entra bien – introduzco mis dedos en su boca y la obligo a limpiar con la lengua todos los restos de excrementos y lubricante. Le vuelvo a poner el antifaz y le susurro al oído – Tu lo has querido, en algún momento aprenderás a obedecer. – Sin previo aviso, le meto media polla de un solo golpe. Pude ver como pese a las ataduras intentaba retorcerse de dolor y sacársela, pero en lugar de apiadarme de ella, terminé ...

... de meterle los 20 centímetros de otro pollazo y comencé a moverme enérgicamente mientras veía como el dolor iba dando paso al placer. Al ver esto, me detuve y se la saqué al instante.
-Has tenido la oportunidad de disfrutar, pero la has cagado, ahora es a mí a quién le toca disfrutar- vuelvo a quitarle la mordaza y poniendo mi coño sobre su cara, ordeno – Haz que me corra y trágatelo todo. Por cierto, yo que tú, no me atrevería a correrme- añadí mientras estrujaba sus testículos a modo de advertencia. Pareció que la amenaza surtió efecto y comenzó a mover su lengua y succionar nuevamente. Primero con timidez, pero cada vez fue ganando mayor seguridad y velocidad, por lo que a los cinco minutos ya estaba soltando mis líquidos en su boca – Trágatelo todo y déjame bien limpio- ordené presionando mi coño sobre su boca.
Una vez limpio, me levanté y volví a ponerme de pie a los pies de María. Le di una palmada en los huevos y mientras comenzaba a desatar la cuerda, le dije:
-Muy bien, te he dado la oportunidad de demostrar que eres capaz de compórtate como una niña buena, pero veo que sólo eres capaz de comportarte como una perra, así que así tendré que tratarte hasta que aprendas a comportarte. Ahora ponte a cuatro patas, que el hecho de que tú no te merezcas disfrutar no significa que yo no pueda hacerlo.
Aún tenía el culo rojo de la azotaina, pero eso no me detuvo y le di un par de azotes rápidos antes de agarrar sus nalgas y amasarlas un poco antes de abrirlas y volver a ...