1. Nunca me lo hubiese imaginado, aunque siempre me lo imaginé (Venezuela)


    Fecha: 12/07/2018, Categorías: Gays Autor: venezolano2322, Fuente: SexoSinTabues

    ... siempre con cierta distancia de parte y parte. Francisco era un buen ingeniero, yo aprendía de él y supongo que el aprendía de mí, nos complementábamos. Un día, nuestro jefe directo se fue 2 horas antes y nos dejó solos en la oficina (un tráiler) en medio de la obra. Iba a comenzar a llover y cuando llueve no se puede continuar trabajando, así que los obreros se fueron y quedamos él y yo solos en nuestros asuntos. Se prendió el coñazo de agua que parecía que se iba a caer el cielo. Al terminar nos pusimos a ver videos en YouTube para pasar el rato, y riéndonos de marisqueras. Él me enseñó un video porno de una tipa a quien un negro se cogía patas al hombro, mientras veía el video en su teléfono, él lo estaba viendo al mismo tiempo, por lo que su cabeza estaba tan cerca de la mía que podía sentir su respiración. De vez en cuando desviaba la mirada hacia sus labios e inconscientemente pasaba la lengua por los míos para humedecerlos. Al terminar el video, Francisco me dice, -¿viste el video? Pa’ que sientas envidia de la tipa. ¿Quién te viera a ti con un negro así? – El comentario me dio risa, pero le respondí: -Nada que ver-. Me volteé y me puse a hacer mis cosas de nuevo en AutoCAD. Francisco se paró a ver por la ventana. –Marico, que ladilla, sigue lloviendo, y yo tengo un dolor en el cuello y en los hombros que lo que quiero es llegar a mi casa y acostarme de una vez-. –Verga, así mismo estoy yo, estar sentado aquí es muy cansón-. Sí, pero yo estoy más molido porque tengo la ...
    ... espalda roja y me arde porque ayer fui pa’ la playa, ve esto. Me dijo desabotonándose la camisa mientras se sentaba en su silla al lado mío para enseñarme su espalda quemada por el sol. Yo como el que no quiere la cosa, volteé disimuladamente a verlo, y si la tenía quemada, pero independientemente de eso, lo que me llamó la atención fue los músculos tensos de sus hombros y cuello, la espalda ancha y dura. Enseguida me imaginé teniéndolo encima de mí cayéndonos a besos y pasando las manos por su espalda, su verga dura que apuñalaba mi abdomen, y mi guebo como un fierro haciendo presión en su ombligo. Francisco se terminó de quitar la camisa y la puso en una silla. Agarró de su bolso una crema que comenzó a echarse en la espalda, hasta donde su elasticidad le permitía. Yo ya había terminado, y guardado el archivo, así que mientras él hacía eso, me paré a ver por la ventana, y como seguía lloviendo, aproveche para echarle una ojeada al pecho de Francisco. El coñoemadre estaba más rico de lo que me había imaginado. Era un pecho ancho, y se veía bien marcado, sin caer en lo voluminoso, era delgado pero definido, el abdomen era planito y tenía una hilera de pelos finos, desde el plexo hasta el ombligo, y desde el ombligo se perdía debajo de la correa. Las tetillas era marroncitas y lisas, redonditas y pequeñas, de esas que parecen que están dormidas pero que si comienzas a pasarle la lengua se paran. Los brazos los tenía fuertes, sin llegar a ser musculosos, sólo eran macizos y se ...
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