1. Charo y Raquel, mis profesoras del instituto


    Fecha: 01/07/2018, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Tenia 16 años, en el instituto. Siempre he sido un chico tímido y de pocos amigos. No soy el típico guapera que se lleva de calle a las chicas, pero me llevo bien con ellas. Quizás porque las chicas no se sienten atemorizadas por mí. Desde pequeño me había sentido atraído por las mujeres de tetas grandes, quizás por eso me fijé en Ana, era de mi misma edad y tenía unas tetas impresionantes. Era una chica rellenita, con unas tetas inmensas para la edad que tenía, morena de ojos claros.
    
    Ana era todo lo contrario a mí, siempre andaba riendo y siempre tenía pegada a ella varios chicos, sabía que los chicos andaban siempre detrás de ella por la delantera que tenía. Lo único malo que tenía Ana es que su madre era nuestra profesora de Historia, y eso cortaba mucho a todos, menos a mí, que como además me gustaba la historia, me llevaba bien con ella y con su madre. Su madre se llamaba Charo, debía rondar los 50 años y era muy parecida a la hija físicamente, siempre llevaba trajes dechaquetasabía que debajo de ellos había unas tetas iguales de grandes que las de la hija, pero era la profe, y la verdad, es que poco nos acercábamos a ella. Ana y yo solíamos sentarnos delante, la madre no la dejaba que se sentara detrás, decía que de esa manera la vigilaba mejor.
    
    Para mitad de curso ya mantenía una amistad más que considerable con Ana, y Charo me tenía algo de aprecio. Llegando el mes de abril, y por las vacaciones de semana santa, a unos diez chicos nos dijeron si queríamos ir a ...
    ... pasar unos días a Granada. La idea me gustó, sabía que Ana iba. Al principio me apunté, y cuando me quise dar cuenta el único chico que iba era yo, las restantes eran chicas, nueve chicas y yo. Y dos profesoras, Y una era Charo, eso no le hizo gracia a Ana, pero no podía negarse ya a ir.
    
    Íbamos en tren. Todo el viaje lo hice sentado solo, las chicas reían y las profesoras se afanaban por hacerlas callar. Charo se acercó un par de veces a preguntarme si estaba bien, le dije que sí, pero que si hubiera sabido que iba a estar solo no hubiera ido, ella me comentó que sabía que me gustaba la historia y que lo pasaría bien, porque me iba a explicar muchas cosas sobre la alhambra.
    
    Llegamos y ocurrió el primer problema, habitaciones dobles, no me iban a dejar dormir con una chica, y la profesora de lengua como que no quería, así que la única solución era que Charo se quedara conmigo. Tampoco me hizo gracia, pero como que ya me daba todo igual. Y desde luego la prefería a ella a la tonta de la de lengua. Hubiera preferido a Ana, pero la madre tampoco nos hubiera dejado, y las demás chicas rápidamente ocuparon habitaciones.
    
    Habíamos llegado con la hora justa para cenar, solo dejamos las maletas, Charo y Raquel se cambiaron de ropa y bajamos al comedor. Fue una cena rápida, y las dos profesoras nos dejaron que diéramos una pequeña vuelta por los alrededores, mientras ellas se tomaban una copa en el bar del hotel. Nada más salir, me di la vuelta, ya sabía que iba a estar de más ...
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