1. Una abrupta verdad: Alec y Bobby (Parte 4)


    Fecha: 15/05/2023, Categorías: Gays Autor: Anderson, Fuente: CuentoRelatos

    ... bueno, no pensaba quejarse, además, ya casi todo estaba resuelto, lo que faltaba era cosa de tiempo, tiempo que casi no tenía, pronto Francisco regresaría y la manera más sencilla de evitar que molestara era mantenerlo fuera, pero también para eso tenía una solución, aunque no quería recurrir a ella porque no quería implicar a demasiada gente en su plan.
    
    No, no confiaba ni en Amber, que era su melliza, como para contar con alguien más. Es cierto que el dinero compra lealtades, pero cuando se trata de lealtades, son tan frágiles como el dinero que las paga, así que no, evitaría tener que recurrir a alguien más. Siempre se ha sabido que el que promete fidelidad por dinero, por dinero traicionará, así que impensable.
    
    - Lo que pediste ya fue entregado y ensamblado, hermano, preguntan los del lugar si necesitas algo más -le dijo su hermana, que atendía el teléfono.
    
    - No, sólo necesito llevar a “ese” al lugar, pero ellos no lo pueden resolver, dales las gracias y los motivos para no decir nada de lo que hicieron, vieron u oyeron -contestó Valerius sin el menor ánimo, la espera le aburría.
    
    *-*-*-*-*
    
    - Sasha, ¿estás seguro que revisaste bien? -era la enésima vez que Vlad le preguntaba y ya estaba por tirarle la urna de la daga a la cabeza, si no lo hizo fue porque estaba muy ocupado intentando sacar alguna huella dactilar, pero no había ninguna, sólo evidentes señas de guantes de cuero y los rastros donde la habían limpiado cosa que era obvia porque no estaban ni sus ...
    ... propias huellas.
    
    - Que sí, Vlad, he revisado bien, pero a menos que alguno de los dos seamos noctámbulos, la daga no debería haber salido nunca de aquí, sabes muy bien que me compré otra para no tener que volver a usar esta maldita cosa, no desde…
    
    - Basta, no hace falta que lo digas -afortunadamente a Vlad tampoco le gustaba tocar el tema-. La impresora tampoco tiene huellas y quien fuera se trajo su propio computador porque en los registros del nuestro no aparece el arma, aunque sí aparece en la impresora como el trabajo más reciente, pero tampoco guardó fecha ni hora de la impresión, debí haber fijado esa opción cuando la configuramos -se lamentó su hermano.
    
    - De nada sirve llorar sobre la leche derramada, hermano, cambia la configuración y esperemos no necesitarla -en eso sonó un correo electrónico en su teléfono, lo revisó y le resumió a su hermano-: no hay entradas ilegales, de hecho, sólo hay entradas y salidas nuestras.
    
    - ¿Cómo sabes que son nuestras? -Vlad podía ser muy suspicaz cuando era necesario.
    
    - Porque se registraron con nuestras huellas y todavía tenemos todos los dedos de las manos, -rio Alec, estaba bien ser algo desconfiado, pero tampoco a los extremos.
    
    - Entonces, por fuerza fue alguien que entró con nosotros -Vlad hizo un esfuerzo por recordar-. El día que me dijiste que no estaba tu daga fue el primer día que traje a Santi y antes nunca se me habría ocurrido traer a nadie a casa -dijo finalmente.
    
    - Y yo siempre soy el más descuidado, ...
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