1. Comprando un coche (Parte 2)


    Fecha: 12/05/2023, Categorías: Gays Autor: Elegos, Fuente: CuentoRelatos

    ... miraba con lujuria con sus alegres ojos inyectados de deseo, mientras se revolvía el pelo con las manos y se llevaba sus dedos a su boca que chupada con deleite. Así tumbado abrió las piernas ofreciéndome sin condiciones su pequeño y rosado agujerito que me llamaba a gritos.
    
    Me desnudé rápidamente. Mi polla estaba dura dura, toda impregnada de precum. Estaba tan excitado que había sido solo casualidad no haber explotado dentro de los pantalones. Me acerqué a él y abrió más las piernas. Restregué el líquido de mi polla contra su agujerito y él jadeó con más ganas. Aquello iba a costar, a simple vista era como meter un pepino por el ojo de una aguja, ya sabes que no cabe. Pero una vez lo situé en la entrada y empecé a empujar, poco a poco su culo se abrió y engulló toda mi polla.
    
    Oscar gritó y se mordió la mano para aguantar el dolor. Pero me decía que la metiera toda y eso hice. Una vez dentro del todo paré para ver como estaba. Con cuidado de que no se saliera me incliné sobre él y lo besé en los labios. Húmedo y cálido, sabroso, su boca era siempre tan deliciosa. Después de un tiempo, Oscar empezó a mover su cadera y yo me aparté de él para poder follármelo a conciencia. Una vez dilatado, aquel culo suyo comía polla como un bulímico los pasteles. Dentro y fuera, dentro y fuera. Cada vez más bestia y cada vez más rápido y Oscar solo decía “más, más, dame más”.
    
    Se le volvió a poner dura y empezó a pajearse. ...
    ... Intenté tocarle aquella polla otra vez, pero perdía el ritmo. Él se sonrió y me indicó que parase. Siguiendo sus indicaciones me senté en la silla y él de cara a mí se sentó en mi polla, con lo que su enorme miembro quedaba entre los dos. Él empezó a cabalgar sobre mi polla a su propio ritmo y yo por mi parte me ocupaba de la suya, la masajeaba, le tocaba los huevos, la pajeaba con las dos manos, arriba y abajo, suave o fuerte, lento o rápido… daba igual el agujero de su glande me tenía hipnotizado. Tanto es así que de repente sin darme cuenta empezó a escupir lefados de sabrosa leche. Me excitó tanto verme cubierto de leche que me corrí de forma salvaje dentro de su culo. Aquello lo hizo gritar de placer mientras su polla seguía escupiendo.
    
    Se levantó y se sentó de lado encima de mí. Nos estuvimos besando hasta que se me durmieron las piernas. Su olor, la sensación húmeda que chorreaba de su culo sobre mis piernas, su boca siempre solícita y esa lengua suya tan juguetona me tenía embriagado. Después de eso me llevó a las duchas del taller. El agua caliente y que a él de casualidad se le callera el jabón, hizo inevitable que lo empotrase allí mismo. Luego lo acompañé a su casa, pero me perdí y acabamos en la mía, donde me comí su polla para cenar y repetí toda la noche. Pasamos muchos años así, incluso hoy nuestros caminos se vuelven a encontrar de vez en cuando y la llama del deseo se enciende rápido en los dos. 
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