1. Serendipia


    Fecha: 22/04/2023, Categorías: Erotismo y Amor Autor: Chicles, Fuente: CuentoRelatos

    ... cuadernos sobre el escritorio. Te abrazó y su nariz comenzó a recorrer tu pelo, aspirando el aroma que lo incitaba aún más. Volteaste y se fundieron en un beso. Sin separar las bocas, las manos de ambos recorrían el cuerpo del otro, pronto se atrevieron a meter las manos bajo las ropas. Tu espalda y pecho eran recorridos lascivamente, de la misma forma en que tú metías una mano bajo el pantalón para acariciarle las nalgas y con la otra sobabas su espalda. Sentiste en tu pubis cómo crecía su erección al mismo tiempo que percibías cómo se ampliaba tu humedad. Al oír que tocaron a la puerta, se separaron. Él se arregló la camisa y abrió. Era el profesor con quien compartía el cubículo.
    
    —¿Están trabajando? Aquí traigo varios exámenes —preguntó al entrar, dando a entender que necesitaba ponerse a calificar.
    
    —Ya nos vamos. Regreso como a la una, por si alguien me busca —respondió manteniendo la puerta abierta para que salieras.
    
    —Hasta luego —dijiste a salir. No obtuviste respuesta, porque el recién llegado estaba entrampado en adivinar el perfume que usabas y percibió cuando pasaste junto a él. Pobre, creyó que era esencia sintética, nunca podría encontrar esa fragancia subyugante en otro envase distinto a tu cuerpo.
    
    Enfilaron a la salida de la escuela, atravesaron el estacionamiento lleno de autos y, después de caminar unos metros por la estrecha banqueta del circuito exterior, tomaron una vereda amplia, la cual se fue estrechando conforme la vegetación se tupía. Te ...
    ... tomó de la mano para evitar que resbalaras.
    
    —Aquí hay muchas piedras —dijiste al sentir la incomodidad de traer zapatos deportivos con suela delgada.
    
    —Pues sí, todo esto es el pedregal, que incluye a Ciudad Universitaria —aclaró sarcástico al ponerse tras de ti y tomarte de las caderas con ambas manos.
    
    —Yo pensé que caminaríamos por el circuito.
    
    —A mí me gusta más caminar por donde no tenga qué preocuparme de los vehículos —replicó.
    
    —Ya no sé dónde estamos, los árboles me tapan los edificios. ¿Estás seguro de que no vamos a perdernos?
    
    —Conozco bien este camino, llega a las peñas que están atrás del Espacio Escultórico —dijo para tranquilizarte.
    
    —Pues está muy accidentado y solitario.
    
    —Sí, pero me gusta por lo solitario… —te dijo entrelazando sus manos sobre tu ombligo; pegó su cuerpo para que sintieras tras las ropas qué tan parado tenía el pene y te dio un beso en la mejilla para después lamer el lóbulo de tu oreja.
    
    —Mhh… me está dando calor… —precisaste moviendo tu trasero sobre el bulto que le crecía más con cada caricia que le hacían tus nalgas.
    
    —Ya mero llegamos, caminemos otro poco más —dijo dándote un empujón con su bajo vientre, al tiempo que te detenía de las tetas.
    
    A los pocos minutos de caminar dificultosamente —por seguir pegados, con sus manos viajando de arriba abajo por el frente de tu cuerpo, bajo tu blusa, única prenda superior, y sobre el pantalón entallado que traías—, llegaron a unas grandes rocas de lava negra, rodeadas de ...
«1...345...8»