1. Un último baño (Partes 1 y 2)


    Fecha: 23/03/2023, Categorías: Gays Autor: Soccer94, Fuente: CuentoRelatos

    ... 2:
    
    Volví a entrar al vestuario, esta vez fui directamente a los baños.
    
    Ahí seguía él, frente al espejo. Ahora vestido con un polo blanco que dejaba ver sus musculosos brazos tatuados y unos tejanos sujetados por un cinturón negro que hacían que marcase un enorme paquete. Justo en ese momento me percaté de que llevaba un anillo de compromiso en el dedo anular izquierdo. “Está casado, joder.”, pensé. ¿y si todo habían sido imaginaciones mías?.
    
    Pensé en huir, pero en cuestión de segundos se giró y empezó a desabrocharse la bragueta poco a poco, dejando salir de golpe el objeto de mi deseo. Sin pensarlo dos veces cerró el puño agarrando su enorme polla y empezó a pajearse mirándome fijamente a la cara. Ese cabrón me había pillado mirándole el rabo en las duchas y sabía lo que me gustaba.
    
    No me moví y él tampoco se acercó en ningún momento, se mantuvo enfrente de mí pajeándose.
    
    Hubo un momento en el que me susurró: ponte de rodillas.
    
    No entendía lo que estaba pasando ni lo que quería, pero mi polla había crecido tanto en mis calzoncillos que no pude esconder lo cachondo que estaba. Hice lo que él me pedía.
    
    Por ello, me dejé caer de rodillas al suelo, inmóvil. Viendo como ese hombre se pajeaba solo para mí.
    
    Al poco rato vuelve a hablar, esta vez en un tono normal: ¿te gusta la leche?
    
    No respondí. Tenía una voz grave que intimidaba. Así que me quedé callado mirando ese movimiento hipnótico: en serio, ese rabo se veía enorme dentro de su mano.
    
    El hombre ...
    ... tatuado cerró su otra mano alrededor del glande, con las dos manos agarrando su polla y completamente vestido se acercó hacia mí sonriendo.
    
    Joder, ahora estaba tan cerca mío que podía oler su perfume de hombre. Me acarició la nariz con el puño cerrado y volvió a preguntar: ¿te gusta la leche? Miré hacia el suelo y respondí: “No lo sé”, tímidamente.
    
    Soltó una de las manos que agarraban su rabo con la que me levantó la barbilla, obligándome a mirarle fijamente. Verle los ojos tan cerca me asustó, pero mi entrepierna se tensó aún más todavía, recordando lo cerdo que me estaba poniendo ese cabrón.
    
    “A ver esa lengüita”, dijo. Obedecí. Él seguía agarrándose el glande con la otra mano y al apretar un poco empezó a babear encima de mi lengua. Se restregó varias veces juntando mi saliva con la de su verga.
    
    ¿Quieres darte un último baño?, me preguntó. Tragué saliva y le miré desde abajo desconcertado. Al ver mi reacción, aclaró: “Voy muy cargado, tío. Te voy a bañar entero con mi leche.”
    
    Algo en mí se activó. Todos mis sentidos estaban en alerta, todo estaba pasando muy rápido y no tuve tiempo a pensar. En el fondo sabía lo que tenía que hacer: agarré su rabo con firmeza y empecé a pajearlo lentamente. Sorprendido, él empezó a jadear mirando hacia el techo. De vez en cuando apretaba su glande y pasaba la lengua por la punta para que su líquido preseminal se derramara en mi boca.
    
    Subí el ritmo y por su cara noté que le gustaba. Cada vez notaba más presión en mi mano y ...