1. ¿Te follaste un desconocido?


    Fecha: 04/01/2023, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Legasex, Fuente: CuentoRelatos

    ... varios hilos de saliva entre mi glande y tus labios. Te tumbe en el pequeño sofá que había en la habitación y te obligue a abrir las piernas, pudiendo así observar por primera vez tu sexo abierto. Acerqué mi boca y hundí mi lengua en tus jugos, iniciando así una especie de tortura con tu clítoris, buscando la zona más sensible y haciendo que te retorcieras.
    
    –Vamos a la cama– te dije.
    
    –A cuatro patas, zorra–. Obediente te colocaste en la posición, pero nada ocurría, tan solo se advertían tus jadeos de agitación, hasta que de repente su mano chocó contra una de tus nalgas, seguido de una leve caricia. Recibiste algún azote más, nada excesivo, pues YO era consciente de que primero debía valorar tu umbral del dolor.
    
    –¿Tienes ganas de que te folle este cabrón? – Te pregunte. Tras tu respuesta afirmativa, escuchaste el sonido del envoltorio de un preservativo y coloque mi miembro en tu húmeda entrada.
    
    –Ven a buscarla–. Y poco a poco tu interior fue abriéndose, acogiendo toda mi longitud. Comencé a follarte, subiendo progresivamente la intensidad, mientras agarraba tu pelo recogido en una coleta.
    
    –Mírate, qué puta estás hecha–. – Necesitabas sentirte así, ¿verdad? Esa frase produjo que ti que tu lubricación aumentara hasta un punto al que jamás habías llegado.
    
    Con cada embestida sentías que tus piernas cubiertas por las medias se iban deslizando hacia los lados, y sin poder evitarlo terminaste tumbada, atrapada entre mi cuerpo y las sábanas. Mi aliento rozaba ...
    ... tu nuca y una de mis manos se apoderó de tu cuello, dificultándote la respiración y provocando que tus gemidos se percibieran entrecortados. Te follaba sin piedad, y tu cara se iba transformando a cada segundo en la de una perra viciosa, porque cuando te volteaste ligeramente, te susurre al oído “zorra”. Y no pudiste evitar soltar un sonoro gemido junto con un orgasmo que hizo que mi miembro acabara empapado de ti.
    
    Al rato salí de tu interior y me tumbé sobre tu espalda.
    
    –Ahora te toca trabajar a ti– te dije. Así que servicial te subiste sobre mi para cabalgarme. Por primera vez ambos nos miramos fijamente.
    
    –¿Te atreves con las pinzas? – te pregunte.
    
    –Sí– dijiste.
    
    Lo siguiente que sentiste fueron pinzas sujetándote los pezones. Para tu asombro, tu sexo se humedeció más aún y YO no pude contenerme en agarrarte de las nalgas y volver a follarte a mi manera.
    
    Después, decidí cambiar las pinzas de lugar, y tumbada boca arriba, te coloqué dos en cada uno de los labios mayores y empecé a masturbarte. La sensación de placer mezclada con el dolor generado por esos pequeños objetos, te iba llevando al dulce camino de otro orgasmo, pero fue interrumpido por la repentina retirada de las pinzas. Un segundo después te clave nuevamente mi miembro y fue entonces cuando inevitablemente alcanzaste el ansiado clímax.
    
    Como buena sumisa debías agradecer a tu Amo el orgasmo que te había dado. Conocías mis gustos por los juegos anales, así que no se te ocurrió mejor manera de ...