1. Con el sobrino político


    Fecha: 05/12/2022, Categorías: Gays Autor: Alejandro1987, Fuente: CuentoRelatos

    ... sigues haciendo muchos ejercicios –le digo; pero echándole un vistazo un poquitín prolongado a su hermosa polla, que cuelga al descuido con una poco disimulada incipiente erección.
    
    –Si, hay que mantenerse en forma para gustar, ¿tú no crees?
    
    –Pues si, pero no exageres que ya así estás muy bien. –He sacado el Colt 45 y le he disparado al pecho con alevosía.
    
    Me da la espalda y se encamina al baño. Me quedo admirando aquél cuerpo tan atlético y aquellas nalgas tan perfectas y apetitosas. ¡Qué maravilla!
    
    Ricardo siempre me ha gustado mucho.
    
    Es una belleza de hombre, de piel trigueña, pelo y ojos negros, altísimo, debe medir 190 cm. o quizás más, pues yo mido 185 y él es más alto. Es muy risueño, simpático, se comporta como un adolescente, gesticula mucho y habla con cierto amaneramiento, pero no es afeminado.
    
    Yo siempre lo he tratado con respeto, pero de vez en cuando, cuando nos vemos, le dejó caer alguna «chinita» o piropo solapado y él se ríe y se pone colorado y me dice:
    
    –Hay tío, tu siempre con tus bromas.
    
    Cuando él salió del baño yo estaba sirviendo una fuente con salpicón de langostinos, pulpo y calamares. Venía con una toalla anudada a la cintura.
    
    –Podías haber dejado la toalla en el baño.
    
    –Ah, perdón, no sabía si podía.
    
    –Claro que puedes. Estás autorizado. –nos volvemos a reír. Le sirvo una copa de vino y nos sentamos en el sofá, él ensarta un langostino con el tenedor de marisco y se lo lleva a la boca, lo saborea.
    
    –Uhmm, esto está ...
    ... delicioso –toma la copa y la alza preguntándome:
    
    –¿Y por qué brindamos?
    
    –¿Por qué quisieras tu brindar?
    
    –Deja ver… pues, brindemos por la vida y por el amor.
    
    –Pues brindemos por la vida, por el amor y por nosotros, que también nos lo merecemos, ¿no es cierto? –Nos reímos mientras chocamos las copas.
    
    –Pues sí que es cierto.
    
    Encendí la tele y mientras comíamos y bebíamos, hacíamos cuentos. Ya íbamos terminando la segunda botella de vino, estábamos bastante alegres. Ricardo se acomodó en la «L» del sofá y subió las piernas. Y yo le digo bromeando:
    
    –Como has ocupado mi lugar favorito, te voy a usar como almohada –y me acosté en el sofá descansando mi cabeza en sus muslos, muy cerca de aquel hermoso paquete. Él se rio, medio turbado, un poco nervioso y agregué, –no te importa, ¿verdad?
    
    –Claro que no, pongámonos cómodos.
    
    Aquella cercanía de mi nariz y boca a su bulto un poco más abultado, valga la redundancia, me iba excitando y ya se me notaba. Sentía también que su respiración se había agitado un poco, entonces le dije:
    
    –Richard, tú no te imaginas lo que me gusta a mí oírte conversar.
    
    –¿Ah sí? a mí también me gusta conversar contigo.
    
    –También me gusta oler lo rico que tú hueles. No te enojes, pero debo decirte que incluso tu olor me excita.
    
    –No, cómo crees? Al contrario, ya me había percatado de tu erección, me tienes a millón –El suspiró y yo acerqué mi mano y la pasé suavemente sobre su pinga dura y caliente.
    
    Giré mi cara y la hundí ...