1. La locura de mi tía


    Fecha: 15/06/2018, Categorías: Incesto Autor: Nike, Fuente: CuentoRelatos

    El rollo con mi tía empezó un día de cena familiar en una casa de campo. Era invierno y estábamos cenando toda la familia; yo me excusé un momento para ir al lavabo, y como no me encontraba muy bien decidí ir al lavabo del piso de arriba para evitar ruidos embarazosos. Como el lavabo de abajo quedaba libre, pasé de echar el cerrojo.
    
    Me paré un momento en el espejo, y en el momento en que me dirigía a la taza a orinar, oí a alguien que picaba suavemente a la puerta y súbitamente la abría: era mi tía. Yo la miré extrañado, pues no sabía qué hacía ahí. No estaba especialmente ruborizado, ya que aún ni siquiera me había bajado la cremallera.
    
    Iba a preguntarle qué quería cuando sin decir una palabra se me echó encima y me empezó a dar un morreo tratando de abrirse paso con la lengua al interior de mi boca... no pasó mucho rato antes de que le siguiera el juego y no sólo su lengua explorara mi boca, sino que la mía también explorara la suya.
    
    Al cabo de un rato nos soltamos, y ella me miró.
    
    —Venías a mear, ¿no?
    
    Yo titubeé.
    
    —eerr… sí.
    
    —Venga que yo te la aguanto.
    
    Me indicó que me pusiera ante la taza y allí me bajó la cremallera y me sacó la polla, aguantándomela para que meara.
    
    —Venga, ya puedes empezar.
    
    Me costó un poco al principio, pero al poco rato el chorro de orina salió. Ella seguía aguantándome el rabo mientras miraba el chorro caer, pero poco después, aun agarrándomela, se acuclilló quedando al lado de mi miembro y del chorro de orina. ...
    ... Entonces alzó la mano libre, justo por encima de la taza y la colocó justo por debajo del chorro, con lo que la orina caía directamente sobre su mano. Así, agachada, agarrándome la polla con una mano y llenándose la otra con mi orina, se inclinó hacia delante y bebió de la orina que había recogido, lamiéndose la mano.
    
    Yo estaba completamente sorprendido. ¡Mi tía estaba allí, bebiéndose mi meada!
    
    Por supuesto, la meada acabó y ella se volvió a levantar.
    
    —Oye, ¿Por qué no te haces una paja para mí?
    
    —¿Eh?
    
    —Que si te haces una paja para mí.
    
    Yo estaba aturdido por la sorpresa, pero la idea me gustó, así que poco a poco empecé a meneármela ante ella, que se volvió a acuclillar, esta vez delante de mí, y observaba mi polla con atención.
    
    Yo, dadas las circunstancias, me permití observarla con descaro: Llevaba una falda negra, unos pantys también negros, unos zapatos de tacón y una blusa un tanto ajustada que marcaba unos pechos normales, aunque la blusa no transparentaba nada. Mi vista iba de sus piernas a su pecho y a su cara, que sólo perdía de vista mi miembro para mirarme a la cara. Adiviné un poco su juego y me atrevía a interrumpir brevemente mi masturbación para tirar de la piel, sacar todo el capullo, y apuntarlo hacia ella en actitud desafiante, y cada vez lo acercaba un poco más a su cara o a su boca. Ella no se movía, y no llegué a tocarla, aunque las últimas veces le puse el capullo muy, muy cerca de los labios.
    
    Pero al final me llegaron los estertores, y ...
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