1. La locura de mi tía


    Fecha: 15/06/2018, Categorías: Incesto Autor: Nike, Fuente: CuentoRelatos

    ... que en su edificio había garaje subterráneo, y que tenía un plan: Por el camino se remangó el vestido, quedando sus piernas descubiertas, y en las paradas de los semáforos se apañó para quitarme a mí los pantalones. Como ya era de noche, no me preocupaba demasiado porque no había muchos conductores en las calles. Al entrar en el garaje, se apresuró a quitarse el cinturón, tiró hacia arriba del vestido y se quedó completamente en ropa interior; Entonces abrió su bolso y sacó un collar de perro con una cadena y se lo puso alrededor del cuello.
    
    El garaje estaba desierto y yo ya me hacía una idea de lo que quería hacer, así que busqué un sitio que no estuviera demasiado lejos del ascensor, ni tampoco demasiado cerca, porque yo también quería disfrutarlo: Paramos el coche y pusimos mis pantalones, su vestido y su bolso en una bolsa de plástico. Abrí la puerta del coche y salí sin pantalones, tan sólo con la camisa, las medias, el liguero y las braguitas, cogí la bolsa, cerré la puerta del coche y me dispuse a abrir la puerta del acompañante. Tan pronto como la abrí, mi tía me ofreció el asa de la cadena, invitándome a que la sacara del coche, y tirando un poco de ella se inclinó apoyando las manos en el suelo y saliendo del coche a gatas. Se apartó de la puerta, la cerré y me dirigí a la puerta del ascensor, a unos 50 metros de distancia, paseando a mi tía en lencería negra a gatas como si fuera un perro.
    
    Mi tía no se levantó hasta que nos metimos dentro del ascensor, donde ...
    ... me dijo que tenía unos zapatos blancos que me iba a regalar, ya que yo le había comprado un par. Cuando llegamos a casa, se puso a buscarlos: Eran unos zapatos blancos, de tacón, tipo sandalia, y pese a que me venían un poco pequeños, no le di mucha importancia porque de entrada ni siquiera esperaba que me regalara un par de zapatos suyos, y eso ya me la ponía dura.
    
    Con los zapatos puestos, mi tía me pidió que acabara lo que comencé en el restaurante, así que me arrumbé a ella, la besé y mientras empecé a acariciarle la entrepierna hasta que le aparté el tanga y lentamente empecé a meterle dos dedos en la vagina. Ella empezó a gemir, ya sin disimulo porque estábamos solos en casa. Seguidamente se quitó el tanga me llevó a la cama y echándose encima me pidió que le comiera el coño. Ahí fue la primera vez que pude ver su entrepierna al descubierto, rasurada, con unos pequeños labios saliendo por entre los mayores… me incliné sobre ella, que con sus dedos se abría aquel hoyito, y empecé a comérmelo a besos y a meterle la lengua mientras ella se dejaba hacer.
    
    Lentamente metí dos dedos mientras seguía lamiéndole el coño, y ella dio un respingo, aunque no protestó. Yo andaba también pendiente de su ano, que había visto sólo un momento antes de empezar el trabajo oral, así que en un momento me chupé el dedo y se lo metí en el ano. Ella se convulsionó un momento, pero me dejó hacer hasta que se levantó y me echó sobre la cama; se tiró encima mío y apartándome las bragas sacó mi ...
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