1. La bragas sucias de Sajar


    Fecha: 18/10/2022, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... hermana.
    
    Normas como que los varones de la casa tenían un baño y las damas otro, que la colada de la ropa se hiciese de manera individual o que se debiese respetar un riguroso horario de dormitorio, hacían prácticamente imposible alguna indiscreción de carácter íntimo. De modo que aquel día una circunstancia extremo excepcional había suspendido la vigilancia pretoriana de mi hermana y había dado cabida a aquel desliz de impudor que el diablo estaba usando en mi contra para manchar mi pureza y con ello condenar mi alma. Decidí entonces que debía irme, que no podía quedarme allí y que debía huir, no como un cobarde, sino como un hombre cauto a quien se le había instruido muy bien y hasta el cansancio, de que al diablo no se le adversa sino que se huye de él, despavorido.
    
    Deprisa me puse mi ropa deportiva y sin dar tiempo a una ojeada, atravesé velozmente el hall y el sombrío pasillo y salí a correr por los alrededores, confiado en que al volver a casa ya la familia estaría de regreso y con ella la vigilancia pudorosa de mi hermana, que inmediatamente reconocería la indiscreción de Sajar y la corregiría de forma inmediata; ahorrándome la prueba diabólica de volver a estar frente a frente a la tentación.
    
    Corrí lo más rápido que pude. Corrí con un ímpetu jamás sentido. Cuando me eché cuesta abajo por el camino de tierra que conduce a la lejana playa oculta entre riscos y peñascos, mi corazón comenzó a calmarse y procuré expulsar con cada exhalación al inmundo demonio ...
    ... que me había poseído en la habitación de Sajar.
    
    El viento soplaba en mi contra pero iba en descenso, de modo que la pendiente jugaba a mi favor. Comencé a correr por inercia, sintiendo cómo las ráfagas de viento y una lluvia ligera me refrescaban el rostro. Solo podía oír el viento que soplaba y el impacto de mis pasos y el roce con la naturaleza. Estaba a salvo y me sentí en paz.
    
    Cuando llegué a la playa ya había vuelto a ser yo mismo: el candoroso y noble Alejandro, el muchacho formal y alegre de siempre, el idealista y luchador, amado por Dios, digno hijo suyo, temeroso de su poder y su abnegado servidor. En mi mente pedí perdón por el episodio de lujuria del que recién había escapado y me encomendé al Arcangel Miguel para que me llenase de fortaleza en mi próxima batalla. Sabía que Dios me había oído, que aceptaba mi arrepentimiento y que perdonaba mi inmundicia y mi naturaleza corrompida y entonces estallé en euforia. ¡Era vencedor! ¡Había resistido los embates del oscuro demonio del deseo! El inmundo Asmodeo se había arrastrado ante mí y había urdido una emboscada horrible. Pero ahora yo era libre y me sentí poderoso.
    
    Caminé por la arena con aire de grandeza, como el héroe que atraviesa el campo después de que ha conquistado la victoria en la batalla. ¡Ahora lo confirmaba! ¡Yo era fuerte!. Después de tanto preparar mi alma para resistir el pecado, ahora podía decirlo, podía sentirme orgulloso porque yo era merecedor de su gracia. Podía decir con orgullo -¡Soy un ...
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