1. La bragas sucias de Sajar


    Fecha: 18/10/2022, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Mi pacto con el demonio comenzó la maldita tarde en que accidentalmente entré en la habitación de Sajar y encontré sus bragas sucias tiradas en el suelo. Hasta ese instante, aquel había sido uno de esos días habituales, monótonos, ordenados por la rutina de las vidas modernas: dormir, trabajar, estudiar, descansar, una y otra vez, en infinitos círculos de cotidianidad y aburrimiento.
    
    Llegué a casa un poco más temprano que de costumbre con la intención de aprovechar la soledad para tumbarme en silencio en el sofá y no hacer nada. Necesitaba desconexión y recogimiento luego de un día enmarcado por labores fútiles y caos generalizado y sabía que la familia entera había salido con el motivo de celebrar las fiestas de San Juan. Por alguna razón que no recuerdo yo había decido no acompañarles y ahora que lo veo en retrospectiva, entiendo cuán estrecho era el vínculo entre aquella supuesta celebración casual y la trampa que el demonio me había tendido; pues un pacto demoniaco amerita de un evento cósmico especial y un solsticio de verano es justamente eso.
    
    Aquella tarde abrí la puerta y caminé directo a la cocina. Saludé en voz alta para cerciorarme que estaba solo y luego atravesé el pasillo que conduce desde la sala a la cocina y de allí al hall de las habitaciones. Efectivamente no había nadie en casa y pude notar que todo estaba como de costumbre, con excepción de la ropa de Sajar que estaba tirada por doquier. Supuse que Sajar había llegado tarde y había tenido que ...
    ... cambiarse de ropa a las carreras, como un minúsculo torbellino que a su paso va proyectando zapatos, carteras, chaquetas, bufandas, prácticamente cualquier cosa al rededor. Así era ella, era parte de su personalidad histriónica; todo en ella era escandaloso, caótico, quizá efervescente.
    
    Pero aquel día un toque extra de efervescencia, de caos, de ese histrionismo suyo que a veces era genial y otras veces fastidioso, hizo que Sajar dejara tirada en el piso de su habitación, sin ningun pudor ni decencia, a la vista de cualquiera, la ropa interior que ese día llevaba puesta. Mi reacción fue de súbita conmoción. Jamás esperé encontrarme con algo tan intimo de ella. Atravesé el umbral de la habitación entreabierta y de pronto estuve de pie, a escasos centímetros de aquella prenda de ropa que ahora perturbaba mi visión. Quedé inmóvil, preso de un sobresalto jamás sentido, una sensación de vacío interior y luego el ronroneo de un corazón sobresaltado. Una mezcla de vergüenza y curiosidad me recorrió entero y en una fracción de segundo, al mirar impávido hacia el suelo, pude comprobar que aquella prenda era de reciente uso pues conservaba aún restos húmedos de su propietaria. Aquella revelación me dejó inmóvil, secuestrado en un suspenso paralizador.
    
    Allí, tirada en el suelo, aquel pedazo de tela de algodón con adornos de pueriles flores coloridas, exhibía bochornosamente una mancha de flujo esparcida uniformemente en una linea de escasa longitud, como el primer brochazo de pintura ...
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