1. La vi crecer (Capítulo 3)


    Fecha: 26/06/2022, Categorías: Incesto Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos

    ... asimétrico y pequeño miembro del carnicero.
    
    No le fue difícil metérselo entero en la boca. Lo que me sorprendió es que parecía saber muy bien lo que hacía. Masajeaba el tronco mientras le daba placer al glande con su lengua. Un hilo de baba se caía de la boca de Lelu mientras mamaba con más y más vehemencia.
    
    El pelo le cubrió el rostro, así que el carnicero se lo recogió con sus propias manos para que ella pudiera seguir chupándola cómodamente. Yo estaba completamente inmerso en esa escena que parecía sacada de una película porno amateur. Mi verga estaba dura como el hierro. Empecé a acariciarme por encima del Pijama. El carnicero empezó a hacer movimientos pélvicos, dando cortas estocadas. Se estaba cogiendo a Lelu por la boca. ¡El hijo de puta se había escabullido en medio de la noche y había entrado en mi casa para cogerse a Lelu mientras dormía!
    
    No pasó mucho tiempo hasta que el tipo comenzó a masturbarse frente al rostro de Lelu. Ella abría la boca esperando que la lluvia blanca cayera adentro. El carnicero no pudo contener el gemido cuando tres chorros abundantes se eyectaron hacia el rostro de mi hijastra.
    
    Lelu se tragó todo, y cuando terminó de hacerlo, tomó la verga fláccida y succionó el semen que había quedado chorreando en el prepucio y el glande. ...
    ... ¡Toda una guarra mi chiquilla!
    
    Me di cuenta, que mis calzoncillos estaban manchados con un líquido tibio y pegajoso. Yo también había acabado mientras miraba a Lelu mamársela al carnicero.
    
    Se dijeron algo que no oí. El carnicero se desnudó. Se acostaron en la cama. Él encima de ella. Ya no pude ver más que las piernas de ambos mientras él la penetraba. Lelu gemía. Era un gemido largo que intentaba ahogar.
    
    Y luego pasó algo inesperado. Mi celular sonó. El ringtone estaba a todo volumen. Las piernas quedaron quietas. Los resortes del colchón dejaron de chirriar. El celular sonó de nuevo.
    
    Me dolía la cabeza, y sentí que nuevamente empezaba a transpirar profusamente. Otra vez el celular. Lelu abrió la puerta. Estaba completamente desnuda. La sorpresa y la indignación luchaban en un gesto confuso en su rostro. El ringstone me taladró la cabeza por cuarta vez. Me removí en mi cama. Mis ojos se sentían pesados. La imagen de Lelu se tornaba cada vez más borrosa. Hasta que por fin desperté, agitado y sudoroso.
    
    Ya había amanecido hacía rato. Miré el celular. Las nueve de la mañana. Habían llegado cuatro mensajes cortos de Carmen. Mi esposa, sin saberlo, me había sacado de esa pesadilla. Me avisaba que iba a llegar tarde, que no me moleste en hacerle el desayuno.
    
    Continuará 
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