Madre no hay más que una
Fecha: 19/06/2022,
Categorías:
Incesto
Autor: Aldebaran, Fuente: CuentoRelatos
... hacer pis, pero con esa erección que tenía no conseguí mear sin salpicar la taza.
La limpié como pude y metí la cabeza bajo el grifo para quitarme el calentón. Con la excusa de haberme mojado el bañador me puse un pantalón vaquero holgado que disimuló un poco mi erección y volví a la cocina.
Mi madre había preparado café frio. Le agradecí que lo hubiera hecho y con el frio me tranquilicé y mi pene también recuperando su tamaño normal.
Recogí yo los vasos y nos fuimos a echar la siesta. Por supuesto cada uno en su cuarto.
En cuanto oí a mi madre roncar, aparté la sábana, me bajé el calzoncillo y comencé a acariciarme el pene. Frotaba el frenillo y mi glande y enseguida mi pene estaba otra vez en posición de firmes.
Cerré los ojos recordando la imagen de mi madre en bikini, ensalivé mi polla y agarrándola con mi mano derecha, soy zurdo pero las pajas me las hago con la derecha, empecé con el sube y baja imaginando que era la mano de mi madre y no la mía la que me estaba haciendo la paja.
Gemía su nombre bajito, Gema, Gema, Gema, y lo iba alternando con mamá, mamá, que gusto me das, con la fantasía de que ella me pajeaba.
No duré nada y enseguida me corrí sobre mi tripa dejándola perdida de semen. Hacía varios días que no me masturbaba y la corrida fue bastante grande.
Me incorporé con cuidado tratando de no manchar las sábanas y fui al baño donde me limpié bien con papel higiénico. No quise abrir el grifo para que no se despertara.
Satisfecha ...
... mi lujuria volví a la cama donde nada más caer me quedé profundamente dormido.
Me desperté a eso de las ocho y oí la ducha. Mi madre se lavaba, pero no me atreví a espiarla.
Cuando salió me propuso ir a un restaurante que le habían recomendado sus amigos. Yo acepté y cenamos, vestidos de calle por supuesto, por lo que mis fantasías se olvidaron, en parte también gracias a la paja.
Amaneció un nuevo día y después de desayunar y guardar las dos horas de rigor para hacer la digestión nos fuimos a la playa y nos metimos en el agua.
Chapoteamos de nuevo, para nada nadamos. Estaba claro que mi madre era una mujer nueva y estaba disfrutando de la vida.
Salimos del agua después de bastante rato. Los socorristas paseaban de un lado a otro de la playa pero el tiempo era estupendo y el mar estaba en calma, por lo que afortunadamente no tenían mucho trabajo.
Me di cuenta de que mi madre no le quitaba ojo a uno de ellos. Un chico de unos 25 años, alto, musculoso y bronceado.
Se levantó y se dirigió al agua. Al llegar hizo como que tropezó en la orilla y se quedó mirando el tobillo. El socorrista se acercó a ella.
No pude oír que decían con el ruido del mar y el de la gente. Pero sin duda mi madre estaba ligando con él.
En ese instante una ola fuerte llegó hasta ellos y empujó a mi madre quitándole el pareo con el golpe. El chico la cogió antes de que cayera. La acompañó hasta mi.
-Tienes una madre muy simpática y muy guapa. Cuídala, me dijo guiñándome un ...