1. Madre no hay más que una


    Fecha: 19/06/2022, Categorías: Incesto Autor: Aldebaran, Fuente: CuentoRelatos

    ... ojo.
    
    Cuando se alejó, mi madre me dijo:
    
    -Está buenísimo el socorrista, ¿eh? Bueno cariño, ya sé que a ti no te gustan los hombres, pero vamos que está para comérselo. Dijo riéndose.
    
    -Mamá, me alegro. Ya es hora de que te alegres. Estos años desde el divorcio has estado muy triste.
    
    -Ya lo sé hijo, y te pido perdón si no he estado a la altura. Ahora soy otra persona.
    
    -No pasa nada mamá. Pero mira, seguro que te lo has ligado. En la orilla no te quitaba ojo de encima.
    
    -Ja,ja,ja. Qué dices.
    
    Volvimos a casa para la hora de comer, serían las dos y media o así. Comimos, recogimos todo y nos fuimos a echar la siesta. Por supuesto una siesta con paja incluida. Pero ese día fue distinto.
    
    Me levanté al oír unos gemidos que venían del cuarto de mi madre.
    
    No podía creer lo que estaba viendo. Estaba tumbada en la cama, desnuda, abierta de piernas y sudorosa con una polla de plástico rosa metida en su coño. Se acariciaba el clítoris con la mano derecha y con la izquierda se metía y sacaba la polla. Joder cómo había cambiado mi madre. ¿Cuánto tiempo haría que no follaba?
    
    Me quedé unos segundos mirándola. Sin el bikini podía apreciar su cuerpo entero. Sus tetas grandes, aunque no demasiado, justo como me gustaban. Sus piernas, sus muslos, sus caderas y su tripa, con un poco de barriguita, pero tampoco demasiado.
    
    Me estaba poniendo súper cachondo y en cuanto aceleró el ritmo de la masturbación, corrí a mi cuarto y allí me pajeé con la puerta abierta y sin ...
    ... disminuir los gemidos.
    
    Más tarde descubriría que mi madre se levantó desnuda después de correrse y se quedó mirándome en el umbral de la puerta. Su coño aún estaba húmedo después de la corrida.
    
    Merendamos algo después de la siesta. Yo miraba a mi madre por si se le ocurría decirme algo sobre la paja que me había hecho durante la siesta, pero no soltó palabra. Yo tampoco le dije nada.
    
    A eso de las 8 me sorprendió dándome dinero para que me fuera al cine de verano. Me dijo que ella se encontraba cansada y que se quedaría en casa. Ya me acompañaría otro día.
    
    El cine estaba lejos de donde estaba el apartamento y tuve que coger un autobús hasta allí.
    
    Al llegar vi que solo echaban Dolor y Gloria de Pedro Almodóvar. Nunca he sido muy fan de Almodóvar, pero no había otra película que ver.
    
    Compré palomitas y un refresco y me senté en una de las últimas filas en el centro tal y como solía hacer cuando iba al cine en Madrid.
    
    Media hora después me había acabado las palomitas y el refresco y me estaba entrando sueño. La película no me gustaba para nada. Entonces decidí abandonar el cine.
    
    Pregunté en la parada de taxis cuánto me costaba llegar hasta la urbanización y me sobraba dinero, por lo que tomé uno hasta el apartamento.
    
    El taxista me dejó a la entrada y se disponía a subirme hasta arriba, pero le dije que allí estaba bien y subí andando.
    
    Abrí la puerta y vi luz en la habitación de mi madre. Oí como unos gemidos y di marcha atrás. Cerré la puerta con cuidado ...
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