1. Memorias inolvidables: Primera parte


    Fecha: 16/05/2022, Categorías: Gays Autor: janpaul, Fuente: CuentoRelatos

    ... masturbación, porque el sexo me apetece. En estos tres años, han venido por mi granja algunos que se han perdido en el monte o curioseando. Pocas veces he tenido suerte, porque cuando me han visto desnudo han escapado casi todos. Recuerdo a dos que vinieron hasta donde yo estaba, entraron en mi cabaña, es lo que parece por fuera pero dentro la tengo muy bien puesta. Se han extrañado mucho de mi modo de vivir.
    
    Recuerdo a estos dos porque son dos chicos homosexuales. El primero fue un muchacho muy joven, de unos 20 años, se había perdido, estaba desorientado, no sabía cómo bajar al pueblo que está bastante lejos. Me encontraba arando para desbrozar la tierra y luego sembrar el maíz. Yo no uso motores, sino reja de arado tirado por caballo y guiada por mí.
    
    Lo vi cómo se acercaba, pero no deprisa, sino con cierto recelo, quizá pensando que debía darme tiempo para vestirme. Proseguí con mi labor hasta dejar que se acercara al borde del campo. Cuando llegué donde él se encontraba, frené el tiro, paré la labranza y llamé al muchacho para preguntar qué deseaba:
    
    — Creo que me he perdido y no puedo volver a casa.
    
    — Tú eres de la ciudad.
    
    — Sí —me miraba sorprendido y deseoso—, he venido con unos amigos que me han dejado por una broma y estoy todo el día dando vueltas, tampoco sé si habrán venido por mí porque he deambulado y tampoco sé dónde estaba.
    
    Lo vi medio desesperado y me dijo si tenía un móvil porque el suyo se ha acabado la batería.
    
    — Como es tarde, déjame ...
    ... que desenganche el caballo del arado y vamos a mi casa.
    
    Desenganché el caballo, y apenas suelto se acercó al muchacho y se le arrimaba, el muchacho sonreía pero no se atrevía a tocarlo, le dije:
    
    — Acarícialo y te dejará tranquilo, necesita tus mimos para saber que no me vas a hacer daño.
    
    En efecto cuando le acarició, el caballo se puso a caminar a su lado, le indiqué al muchacho que le pasara su brazo por el cuello para que el caballo fuera a su paso. Y me miraba sonriendo. El caballo se fue directamente a su cuadra y me miraba, pidiendo que lo cepillara, le dije que luego iría. El caballo relinchó para mostrar su conformidad.
    
    El muchacho se quedó sorprendido:
    
    — ¿Es que entiende?
    
    — Él no entiende palabras, sino gestos, extensión de mis sonidos y te he señalado a ti, entonces ha entendido que ha de esperar.
    
    — ¿Os entendéis, pues?
    
    — Sí, porque siempre tenemos el mismo comportamiento, jugamos, pero no hacemos bromas, ellos no entienden de bromas…, —estaba diciendo yo y me interrumpió:
    
    — Yo tampoco entiendo de bromas, solo sirven para humillar, burlarse y hacer quedar mal…, —dijo el muchacho.
    
    Entramos en mi cabaña y me dijo:
    
    — Disculpa, no me he presentado, me llamo Carlos, y estoy muy preocupado y sorprendido.
    
    — Preocupado lo entiendo, soy Ismael —le dije mientras le pasaba mi móvil—, dame tu móvil y lo cargaré; lo que no entiendo es que estés sorprendido de qué y por qué…
    
    — Sorprendido por encontrar un hombre solo aquí arriba, desnudo y con ...
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