1. En la camita de mis papas


    Fecha: 16/03/2022, Categorías: Gays Autor: zumurrud, Fuente: CuentoRelatos

    ... pedíamos algo para cenar, etc.
    
    El sábado por la tarde, mis viejos emprenden viaje para Pilar, y yo súper relajada porque sabía que se quedaban allá hasta después de las 18 horas del domingo. Igual no iba a arriesgar.
    
    Lo cité para las 21 horas, y tengo que jurar que llego en punto. Eso realmente me gustó. Me daba la tranquilidad de que realmente quería verme.
    
    Obvio que no cociné nada. Pedí algo livianito para comer que ya me lo habían hecho llegar antes de que viniera Leo. Apareció con un vino tinto y unos chocolates.
    
    Yo a todo esto no estaba vestida de nena. De hecho él me había conocido así, pero sabía por mi amiga de que ambas nos vestíamos.
    
    Resumiendo, comimos rico, música de fondo, vinito para soltarnos, sobremesa de charla con aristas sexuales. Esto empezaba a ponerse lindo.
    
    No sé si fue el vino o qué, pero me estaba gustando mucho Leo. Lo estaba viendo con otros ojos, quizás más sexuales, y cada vez que me hablaba no podía dejar de pensar en la verga y si se iba a poner tan dura como la había visto por cam.
    
    Cuando comienzo a levantar las cosas de la mesa, me ayuda y va conmigo hacia la cocina. Cuando dejo unos platos en la bacha, en cuestión de milésimas, lo tenía detrás de mí comiéndome la oreja, besando mi cuello, y obviamente apoyándome el trozo en la cola. En realidad me la estaba apoyando en la espalda prácticamente. Él es mucho más alto que yo, más corpulento, y eso me ponía cachonda.
    
    Lo dejé que me tenga así por un par de minutos ...
    ... hasta que sentí su dureza, y ahí no dudé en girar y arrodillarme para empezar a saborearle la chota.
    
    Tengo que confesar que la cámara no miente ni engorda. La pija era tal cual la había visto, gruesa, con unas venas que parecían explotar, la cabeza al descubierto amenazante, y mirándola como desde arriba era ancha, como la cabeza de una serpiente, no sé, algo así.
    
    Empezó a moverse hacia atrás y adelante, como cogiéndome la boca. Quizás en su calentura no se daba cuenta de que yo estaba golpeando mi nuca con el filo de la mesada.
    
    Para no cortar el momento, me saque la verga de la boca y le empecé a comer los huevos. No desaproveché la oportunidad y comencé a olerlo todo, sus testículos, su verga, su vientre, todo.
    
    Me lo llevé de la mano a mi habitación, dejé la luz tenue y aproveche para dejarlo en mi cama boca arriba con el mástil en lo más alto, aguardándome mientras me iba a poner linda para él.
    
    No tardé más de diez minutos regresar a mi habitación y verlo tal cual lo había dejado, al palo.
    
    Pero no quiero quedarme en ese primer polvo, que si bien fue muy lindo a pesar de que me dolía, quedó como historia culpa de cosas que sucedieron esa noche.
    
    Ese primer garche fue muy caliente, a toda máquina, como desesperados ambos, lo que hizo que estuviera bien, pero no fue extenso. Leo acabó y nos quedamos abrazados en la cama de una plaza de mi habitación. Yo lo había disfrutado, pero aún me sentía incompleta.
    
    Me encargué de llevar nuestras copas de vino a la ...
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