1. Lucía y dos chicos negros


    Fecha: 24/12/2021, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Ocurrió así: Lucía y yo nos pillamos una casa rural en mitad del Cabo de Gata, cerca de la playa y más cerca aún de esos feos invernaderos que hay por todas partes. Acababa de terminar el verano, así que aunque aún hacía calor, la teníamos entera para nosotros solos; y estaba de lujo, pues nuestro apartamento tenía una amplia habitación con una cama de matrimonio y otra pequeña al lado, un cuarto de baño enorme, cocina y salón. Además, lo mejor es que fuera tenía una alberca muy grande que se podía usar como piscina.
    
    Nuestra intención no era usarla en cualquier caso. La playa estaba a cinco minutos escasos en coche, y teniendo al vasto Mediterráneo con su rumor hipnótico, ¿quién quiere agua estancada? Pero pasó algo con lo que no contábamos: el viento. Un día no nos quedó más remedio que quedarnos en el apartamento y la piscina, puesto que se había levantado tal vendaval que era imposible estar en la arena de la playa. Así pues, anduvimos de aquí para allá haciendo el vago hasta que nos fuimos a relajarnos a la piscina.
    
    Junto a ésta había tres tumbonas de madera y colchoneta muy cómodas. Yo llegué primero e intenté leer, aunque fue un total fracaso, ya que el viento me cerraba las páginas. Ella se retrasó un rato y cuando salió yo ya estaba incluso un poco aburrido. Llevaba un bikini rojo bastante normal.
    
    Ella es una preciosidad. Es muy pequeñita, apenas supera el metro cincuenta, delgada pero con bonitas curvas y unas tetazas de escándalo. Tiene una cara preciosa, ...
    ... redondita, nariz del tamaño adecuado, ojos grandes marrones, pelo castaño oscuro que se agitaba por la ventolera.
    
    Se sentó a mi lado. Estuve un rato observando aguantándome la risa cómo intentaba leer su libro y el viento no la dejaba. Al final, hastiada, soltó el libro de un golpe contra el suelo y bufando se acomodó para tomar el sol.
    
    El viento venía a rachas. De pronto te golpeaba hasta casi tirarte y retumbaba ensordecedor y de pronto se calmaba y todo era quietud. En una de estas calmas, escuchamos unas voces.
    
    Me giré buscando en todas direcciones, pero tardé en verlos. Eran dos chicos negros que estaban arreglando un jardín de plantas de secano que había en el terreno contiguo. No debían pasar los 22 años, eran muy oscuros y muy delgados. Sudaban como pollos.
    
    Lucía me preguntó qué era y se los señalé. Se quedó mirando un rato y después me comentó que le daba pena, pues debían estar asándose de calor. Me encogí de hombros y me quedé callado.
    
    Dejamos el rato pasar y Lucía se levantó sin decir nada y se fue para nuestro apartamento. Tampoco le eché cuentas, iría al baño o algo.
    
    Salió al rato con dos latas de refresco de cola y se fue hacia los negros. Éstos, cuando la vieron acercarse se incorporaron y miraron su lujurioso cuerpo de arriba abajo. Los tres intercambiaron algunas palabras y ella les dio las dos latas de refresco. Luego volvió hacia las tumbonas meneando instintivamente el culo al que los tíos no le quitaban ojo.
    
    Yo lo observe todo con ...
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