1. El mejor viaje a España (P. 4): Finalmente mi amiga regresó


    Fecha: 13/12/2021, Categorías: Hetero Autor: Fuhror, Fuente: CuentoRelatos

    ... —gritaba ella mientras su cuerpo se agitaba debajo de mí. Sentir su cuerpo moverse así me hacía poner más empeño. Quería hacerla correrse de la misma forma que ella lo había hecho conmigo.
    
    —¡Ah, dios! Que bien lo haces, valió la pena esperarte —dijo poniendo su mano sobre mí cabeza y jugando con mi pelo—. No pares, que me corro.
    
    Mi lengua exploraba sus entrañas con deseo. Junte mis labios a su entrada y gruñí para hacerlos vibrar.
    
    —¡Oh dios! Sí, sí, sí. ¡Ah!
    
    Alce la mirada para ver como Ashe ponía los ojos en blanco y abría la boca. Su cuerpo se retorció violentamente y después ella soltó un fuerte grito, producto de su orgasmo. Sus fluidos salieron en una descarga y bebí de su dulce néctar. Cuando su cuerpo terminó de moverse, ella se desplomó en el suelo, intentando recuperar el aliento.
    
    —Eso fue… —dijo ella entre respiraciones.
    
    Acerqué mi rostro al suyo y la besé mientras restregaba mi pene en su entrada aún muy mojada.
    
    —Espero que los vecinos no piensen que te estoy matando o algo.
    
    Ella tomó mi rostro y rio. Un ligero gemido salió de su boca y bajó la mirada donde yo seguía restregando mi miembro en ella.
    
    —Me va a matar sigas con eso y no me folles —me dijo con dificultad.
    
    —¿Tienes alguna prisa? —le dije torturándola un poco más—. Tenemos toda la noche.
    
    Ella alzó la mirada para verme a los ojos. Su expresión me estaba matando.
    
    —Quiero... ay que rico —me dijo perdiendo el hilo de lo que iba a decir—. Quiero sentirte dentro, llevo ...
    ... esperando esto mucho tiempo, fóllame por favor, hazme tuya. Ya no aguanto más.
    
    Sus súplicas pudieron conmigo. La penetré con lentitud, ella abrió la boca mientras mi verga se perdía centímetro a centímetro en su interior. Resbalaba tan fácil, estaba tan mojada, el calor en su interior me hacía perder la cabeza.
    
    —Dámelo, dámelo —decía entre gemidos.
    
    Llegué hasta el fondo, comencé a follarla con deseo, la besaba mientras mi verga entraba y salía de ella. Sus gemidos se combinaban con los míos. Chupaba sus pezones, luego besaba su cuello y luego sus labios. Ella arañaba mi espalda con deseo y utilizaba sus piernas para atraer mi cuerpo al suyo. Sus gemidos eran como música para mis oídos. Sonaban fuertes, claros, llenos de placer.
    
    Sentía el sudor recorrer mi piel y la suya, al lamer su piel podía saborear el dulce sabor de ella con la sal de su sudor. Ella mordía mi hombro mientras continuaba dándole con celeridad y dureza.
    
    —¡Sí, sí, sí! Dame duro, que rico lo haces. Soy tuya, toda tuya —me susurraba en el oído.
    
    Comencé a sentirme cansado y fui deteniendo mis movimientos. Ella tomó mi rostro y me besó.
    
    —Quiero montar esa verga que tienes, me encanta —me dijo entre besos.
    
    Sin dejar de besarla, la jalé hacia mí para acostarme en el suelo. La cola de caballo se había deshecho, así que ella tomó la goma y la lanzó lejos. Una vez en posición, ella se apoyó en mi pecho y comenzó a cabalgar sobre mí.
    
    Mirarla sobre mí, era como ver a una diosa. Su cuerpo se movía ...
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