1. Así lo había imaginado


    Fecha: 11/11/2021, Categorías: Sexo Interracial Autor: femerba, Fuente: CuentoRelatos

    ... le abrí sus piernas y me arrodillé al lado de la cama para poder chupar su vagina y estimularle el clítoris con mis dedos. Ella estaba súper excitadísima y muy húmeda, así que chupé y chupé su sexo hasta ver que contorsionaba su cuerpo y apretaba mi cara con sus piernas cuando yo iba bien profundo dentro suyo con mi lengua.
    
    Me incorporé, la llevé boca arriba sobre la cama y me acomodé sobre ella para besarla nuevamente, pero esta vez, mientras lo hacía, la fui penetrando. Su vagina estaba húmeda, relajada y calientica, de modo que mi verga entró suavecito y sin dificultad. Y no más empezar a empujar dentro de su cuerpo, ella empezó a gemir de lo más delicioso, y me excitó mucho que ella lo estuviera disfrutando. Recuerdo que la seguí besando mientras la penetraba y que ella acariciaba mis nalgas con sus manos, presionando para que siguiera moviéndome dentro de ella como lo estaba haciendo.
    
    Y yo, de verdad, estaba encantado con ella, con sus reacciones, con su actitud hacia mí, con la calidez de su vagina, el movimiento de sus caderas y el ímpetu con el que respondía a mis movimientos. Mi pene iba bien profundo dentro de su sexo y creo que a ella le encantaba y estaba extasiada con las sensaciones. Prácticamente no quería parar. Le dije que se colocara en posición de perrito, porque quería penetrarla desde atrás para poder acariciar sus senos y de inmediato lo hizo. Y así lo hice, arreciando la fuerza de mis embestidas y muy excitado porque en esa posición podía ...
    ... acariciar todo su cuerpo y deleitarme con sus senos. Recuerde que eso es lo que más me gusta de ella. Y ahí, en esa faena, me vine, desparramando mi semen en su espalda.
    
    Nos recostamos uno junto al otro, nos abrazamos y nos volvimos a besar. Y allí nos quedamos bastante rato besándonos y acariciándonos. Y mientras estábamos en eso ella, todo el tiempo, masajeaba mi pene. Creo que estaba embelesada con lo que había sentido y quería más. Le pregunté si le había gustado y me dijo que sí, pero no hablábamos mucho, sino que nos besábamos una y otra vez. ¡Imagínese esa nochecita! Una señora casada a mi disposición y loquita por tener conmigo. Lo que nos faltaba era tiempo…
    
    Un rato después mi miembro volvió a despertar. ¿Qué quieres hacer ahora? Pregunté. Y ella, respondió, montándome, y acomodándose mi pene a la entrada de su vagina para ser penetrada. Y así lo hizo, moviéndose con libertad y bastante intensidad. Me gustó como movía sus caderas adelante y atrás, a un lado y al otro, haciendo como círculos. Ella solita ajustaba sus embestidas a la intensidad de sus sensaciones. Gemía y gemía mientras lo hacía. Y yo disfrutaba acariciando su cuerpo, recorriendo con mis manos su silueta, sus senos, sus nalgas. ¡Muy chévere! Yo apenas contemplaba lo que hacía, porque ella era la protagonista de su propia película.
    
    Luego se levantó, se invirtió y volvió a montarse sobre mi pene, dándome las espaldas. Y así, se movía y se movía a gusto. Yo solo procuraba que mi miembro siguiera ahí, ...
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