1. Ardor en el extranjero


    Fecha: 27/10/2021, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... cotorreando sobre lo interesante que era el profe de Psicología.
    
    Pasábamos sus clases con cara de atontados mirándolo. Carlos y José no eran gais, pero decían que tenía un no sé qué que claro… -Totalmente entendible-.
    
    Uno de estos días vi a José por los pasillos vestido con el atuendo de colegio pijo. Al menos a él le permitían llevar pantalón.
    
    -¡Hola! ¿Qué pasa?
    
    -Hola, ¿cómo vas?
    
    -Bien bien, oye ¿has visto a Carlos?
    
    -Hoy no viene, al parecer algo le sentó mal.
    
    Me aventuré con José a esta maravilla de clase. Al terminar, el profesor pidió a José que si se podía quedar después. Al parecer estaba preocupado por si no la entendía bien. Mi amigo de piel blancucha y cuerpo escuchimizado tenía frio, por lo que nuestro Romeo no dudó en ponerle la chaqueta por encima seguido de una caricia en el hombro. Yo, como buena española estaba cotilleando desde la puerta de atrás, básicamente me resulto extraño ese motivo y no voy a mentir, por curiosidad pura y dura. Estuvieron hablando un rato. Observé la sonrisa que le salía al profesor y como su mano derecha acariciaba sus mejillas. Podía ver como su otra mano, que estaba apoyada en la mesa, se escondía debajo de esta. José, dio un pequeño bote de susto, pero pronto se tranquilizó. Vi como bajó la cabeza mientras que el profesor hacia un movimiento continúo con su mano izquierda. Sí, la tenía bien agarrada. José no pudo evitar ese momento de placer por lo que decidió relajarse y disfrutar. Desde la puerta podía ver ...
    ... el movimiento, como subía y bajaba y como se detenía de vez en cuando en el glande. También podía escuchar el ruido por tal acto. Cuando me di cuenta estaba empapada. Sin dejar de mirar aquella escena, introduje mis dedos. Por una vez esas ridículas faldas servían para algo. Continúe y continúe, íbamos a la par, subíamos y bajábamos nuestras manos, aquellos ruidos de fluidos inundaban mi mente, nuestros intentos de gemidos se unían en el eco de la sala, todo iba a más intensidad cuando… ¡Piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii! Algún graciosillo tocó la alarma de incendios, cortando el orgasmo que estaba en camino.
    
    La vida en ese piso sacaba lo peor de mí. Nunca imaginé que tendría que ducharme con chanclas y bikini en mi propia casa. El zorreo que se veía ahí era increíble, eso sí, a veces las cosas no les iban demasiado bien y era gracioso tener que ver las malas caras por los pasillos.
    
    Yo no me había animado, no me parecería del todo coherente tener que a ver a mi polvo de la última noche cada día. Además, con mi imaginación y giros inesperados tenía bastante. Pero supongo que un día te miran unos ojos y cariño… ¡Has caído!
    
    Hay cosas que pasan porque sí y personas que conoces del palo y luego os hacéis súper amigas. Pues bien, eso me pasó a mí.
    
    Conocí a Noelia una mañana de una forma casual, comenzamos a hablar y me invitó a unirme con ella y unos amigos al día siguiente. Accedí, ¿por qué no? Me presenté en la plaza donde supuestamente estaban. De ...
«1234...»