1. Descubrimiento


    Fecha: 22/10/2021, Categorías: Anal Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... disimuladamente sus manos sobre su cuerpo. Era bastante bizarro lo que sentía al ver aquella escena tan surrealista proveniente de mi voyerismo improvisado. Pronto alguien ingresó con ella al cuarto. El tipo estaba como loco, ¿y cómo no estarlo? Decidí ir a tomar una cerveza con los demás. Una cerveza que durase 20 minutos, por favor, pues eso era lo que duraba cada sesión. Todos me veían algo consternado, pero me resistí a decir nada. Hubiera sido, como mínimo, bochornoso tener a Ron y a Frank arengándome desde el pasadizo unas puertas más abajo mientras trataba de convencer a mi amiga recién descubierta como puta de echar un polvo por los viejos tiempos. O bueno, aun no estaba seguro de ese polvo. Había putas mucho mejores que ella, muchos pasadizos por los cuales aun no recorría, mucha noche por delante. Probablemente para ella sería solo trabajo ¿o quizás no? No soy exactamente un putero, pero estoy seguro que el motivo de acudir a estos santos lugares es para coger como si no hubiera mañana, liberarse de heridas y penurias en un cuerpo sinuoso y una cara hermosa a la que nunca mas volverías a ver, circunstancia que proveía de incluso más energía de la que creías estar guardando. Somos animales y el sexo en su forma más primitiva no es más que un instinto de supervivencia, instinto dañado luego por nosotros en nuestra búsqueda perenne e infructuosa del amor. Yo conocía a esta chica, me gustaba, quería cogérmela, sí, pero en los días en que trabajaba para nosotros me había ...
    ... parecido mucho más que solo un cuerpo voluptuoso: me parecía una mujer valiosa. No sabía si era por la cerveza que empecé a divagar tanto, pero decidí que fuera ella misma quien me guiase a la decisión correcta. Así que bebí una más. 10 minutos. Y una más. Y la última. No sabía que pasaría, pero debía ir. 20 minutos. Tiempo.
    
    La puerta de la habitación 48 aun permanecía cerrada. Cabía la posibilidad de que el tipo hubiera comprado un segundo turno, pero eso sería un incidente rarísimo. La mayoría de los asistentes del aquelarre venían con un apetito dispuesto a probar diferentes tipos de carne, a repartir el dinero entre diferentes musas y no dilapidarlo todo en una sola mujer. Tenía que esperar. Di una vuelta por el lugar, ojeando a algunas de las otras candidatas. El recuerdo de Nancy me había nublado de todo lo demás, pero la verdad era que en aquel recinto había suficientes mujeres como para saciarme hasta el día de mi muerte. A merced de las luces carmesíes, los cuerpos de todas ellas parecían haber sido producidas por alguna malsana combinación de alcohol, drogas y los deseos de todos los hombres de la historia. Filas aparentemente interminables de cuerpos jóvenes se presentaban en todos los pasadizos, todas acompañadas de pobres diablos atraídos como moscas a la miel entre sus muslos. Risas, palabras, promesas y billetes iban de lado a lado en aquel pequeño Edén. Y al centro, una gigantesca plataforma multicolor donde dos chicas se lamían los coños una a otra, ambas ...
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