1. Descubrimiento


    Fecha: 22/10/2021, Categorías: Anal Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Después de muchos meses, la volví a ver. Estaba parada bajo el arco de la puerta número 48 sometida a la distorsión de las luces rojas del pasadizo. Nancy estaba allí, esperando, buscando entre la multitud a un nuevo cliente, sonriendo forzadamente, igual de hermosa que siempre. Al principio o supe qué hacer, no sabía si debía siquiera pasar por ahí, no por temor a que me reconocieses, sino a yo avergonzarla al reconocerla. Por un tiempo fue la secretaria personal de mi madre en la oficina que dirige en el Centro. Dos años estuvo ella ahí, atrás del escritorio de caoba, trabajando servil y eficientemente para la empresa. Siempre recatada, siempre tímida. Me gustó desde el comienzo, pero nunca me atreví a hacer nada, principalmente porque en esos días (mejor dicho, en esos años) me encontraba comprometido. Supongo que no era exactamente un impedimento, pero el hecho de ser ella una trabajadora de la empresa y, peor aún, dependienta directa de mi madre, ponía más trabas de las necesarias al asunto. Creo que yo también le gustaba, o al menos me daba esa impresión cada vez que estaba cerca de ella pues se ponía nerviosa, agachaba la cabeza, jugaba con su cabello o se reía tontamente. Era divertido. Y luego se paraba de su asiento y dejaba a vista de todo el mundo el espectáculo impresionante de su cuerpo. Cuerpo de guitarra, dice la canción. Senos pequeños, pero una cadera endemoniada capaz de llevarse a mil hombres directo al abismo de la locura y un trasero redondo y carnoso ...
    ... del que pronto se abastecieron mis sueños más demenciales. Bastaba solo verla para sucumbir al escándalo de su carne, de su figura tallada con un cincel sobre mármol oscuro. Era sensual y hermosa, pero a la vez inobtenible debido al desafortunado contexto en el que me encontraba. Así que desistí de realizar algo al respecto y preferí enfocarme en mi relación, una larga carrera que eventualmente desemboco en una nada infinita. Nancy también dejo el trabajo, según mi madre por motivos personales que no se atrevió a divulgar. Pensé que nunca más la volvería a ver, pero el mundo, aunque ancho y ajeno, se convierte a veces en una pequeña máquina de realizar milagros, y vaya que fue uno grande con el que me encontré.
    
    Me detuve en seco cuando la vi; primero no dando crédito a lo que se mostraba frente a mis ojos, luego asombrado por la certeza del descubrimiento. Nancy era una puta. ¿Lo habría sido ya cuando la conocí? Sabía que tenía una hermana pequeña a quien cuidaba. ¿Lo haría por eso? ¿O quizás había algún otro motivo? No me parecía tan descabellado el ser puta, al menos desde un punto de vista estrictamente económico. Los hombres nos desvivimos por nuestra ansia de sexo y el dinero no significa nunca algún impedimento. ¿Debería acercarme a ella? No era exactamente un lugar donde se pudiese entablar una conversación amical… “¿Cómo has estado?” “¿Cómo va el negocio?” “¿A quién te cogiste ayer?” Absurdo…
    
    Detenido en el pasadizo, veía como algunos se le acercaban y posaban ...
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