1. En el Estadio


    Fecha: 02/10/2021, Categorías: Masturbación Autor: Erothic, Fuente: CuentoRelatos

    ... endureciendo hasta la mandíbula, e intentando apaciguar las ganas, tocándome entre mis piernas, creyendo que así se confundiría a mi cerebro. Pero con ello solo conseguía excitarme más y más, y la sensación de orinar no desaparecía.
    
    Entonces, de pronto un pequeño chorro de orina salía de mi interior, empapando mis bragas y un poco mis dedos que jugueteaban por ahí. Me asusté, y sin poderlo posponer un segundo más, me levanté de mi asiento y me dirigí a los baños, deteniendo a Ariana, quien se acomedía para acompañarme, evitando que lo hiciese al decirle que no tardaría, eso y un golpe de suerte ya que en ese momento marcarían falta a favor de su equipo favorito.
    
    Rápidamente, emprendí una veloz caminata ya casi haciéndome. Corrí los últimos pasos al mingitorio y cerré la precaria puerta del cubículo. Enseguida me bajé las bragas, me subí la falda y apenas me incliné evitando en todo momento tocar el retrete, expulsé un fuerte chorro de orina que casi me salpica las piernas. –Haaa. –Suspiré aliviada.
    
    Finalmente pude zacear mi sufrimiento urinario, sintiendo ese pecaminoso placer al desaguar la vejiga después de resistirse por tanto tiempo, dilatando mis labios vaginales al paso de mi tibio contenido, acompañado de una sensación extraña que despertaba dentro de mí, como un llamado que resonaba en mi vagina, con pequeñas pulsaciones que me erizaban la piel, haciéndome inflar el pecho para soltar un profundo suspiro, mientras mis músculos se tensaban y mi vulva se ...
    ... llenaba de sangre.
    
    Me puse de pie, tomé papel de mi bolso, me limpié mi empapada conchita y ahí lo supe todo. Ese fugaz roce del higiénico secando mi intimidad, exponía a la luz esas tremendas ganas que tenía de relajarme, de tumbarme en mi cama, desnudarme y tocarme a placer. Ya estaba harta de ese día, pero aún no terminaba.
    
    Entonces tomé más papel y lo coloqué cuidadosamente alrededor da la taza, un par de capaz para estar segura. Enseguida me senté, separé mis rodillas tanto como el elástico de mi ropa interior afianzada en mis tobillos me lo permitía, abrí mis piernas y me subí un poco la falda. Después me chupe mis dedos medios de mi mano y la bajé hasta mi vagina. Al instante pude sentir un poderoso escalofrío que me estremecía desde mi parte íntima y por todo el cuerpo.
    
    Continué tocándome, recorría mis dedos por mis húmedos labios mayores, jugando en la entrada de mi vagina, rozando de paso mi clítoris que comenzaba a emerger de su escondite, provocándome pequeños espasmo de placer con mis temerosas caricias.
    
    Afuera se escuchaban lo gritos de euforia de los aficionados, chiflidos y abucheos, propios de un partido de gran importancia. Más próximo, podía escuchar los pasos de las mujeres entrando y saliendo de los cubículos vecinos, a mi derecha e izquierda. Podía verle las zapatillas pasando cerca, por debajo de la puerta enfrente, y de las paredes de aglomerado a mis costados.
    
    Que importa. Ni las conozco ni me conocen. Si tan solo estuviese en otro lugar. En ...
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