1. En el Estadio


    Fecha: 02/10/2021, Categorías: Masturbación Autor: Erothic, Fuente: CuentoRelatos

    ... me tenía especialmente entusiasmada.
    
    Negándome tajantemente, la esperé en el corredor principal. En cuanto salió regresamos a nuestros asientos donde Jorge y sus amigos nos esperaban, cuando Jorge nos extiende un par de bebidas más, intentando quedar bien con nosotras. Insinuaba algo con alguna, estoy segura, pero, o no se decidía, o simplemente aventaba la ganzúa a ver quién de las dos mordía.
    
    No le presté atención y agradecí el trago gratis, mientras la partida continuaba su segunda parte. Miraba fastidiada ya de ver lo mismo por casi una hora, para mí eran solo hombres corriendo de un lado a otro. Pero qué hombres, es decir, ya mirando bien, no estaban tan mal. Aún a la distancia se les marcaba su cuerpo atlético debajo del holgado uniforme.
    
    Sin saberlo, mi cuerpo comenzaba a subir la temperatura. Aún no quería aceptarlo pero todas esas sensaciones, mis fantasiosas eróticas y el alcohol en las venas me estaba poniendo caliente como nunca, y ya no podía disimularlo.
    
    Me perdía en mi imaginación, al tiempo que bebía mi cerveza ya casi por acabarse antes de que se calentara. ¿Qué te pasa Claudia? ¿Ya no sabes tomar? Tan solo un par de tragos y ya me sentía mareada. Me preguntaba a mí misma, sintiendo los estragos de la cebada alcoholizada en mi cuerpo.
    
    Pero mira a ese jugador por ejemplo, ese tipo que corre por la banda derecha, llegando a la esquina del campo rival. Vaya par de nalgas que se carga el tipo, es decir, he visto mujeres con buenos traseros que a su ...
    ... lado se quedarían cortas y flácidas. Ya quisiera yo tener unas así, ya sea para mí misma o cuando menos para agasajarme con un hombre así; joven, de gruesos brazos, piernas de roble y abdomen marcado.
    
    Diablos ¿Qué rayos me pasa?, quizá tenía algo la bebida. No, no lo creo, pero ya no aguantaba el bochorno del momento, pese al helado aire que golpeaba las gradas, obligándome a frotar mis desnudas pantorrillas para que no se congelasen.
    
    Sin embargo, esas mismas caricias también acentuaban aún más mis sensaciones indecorosas, sintiendo como mis piernas me exigían ser consentidas más allá de la mera intención de protegerlas contra el frío. Al pasar mis palmas por arriba de las rodillas, de inmediato sentía esa llamada inequívoca de mis mulos queriendo abrirme paso para que llegase más profundo bajo mi falda.
    
    Pero no. De ninguna manera lo haría. Era un lugar público, ilícito, prohibido, impúdico e indecente. ¿Qué haría una linda chica bien, como yo, haciendo esa clase de bajezas y desfiguros? Y lo peor es que el licor ya comenzaba a hacer su trabajo diurético en mi vejiga, cual me anunciaba que debía vaciar su contenido.
    
    Esa mezcla de sensaciones me obligaba a apretar bien fuerte las piernas, tensándolas rígidamente, intentando contenerme, del frío, de mis indecencias y de esas malditas ganas de orinar. Cuales a su vez, me obligaban a estrujar los músculos de mi vagina estimulándome irremediablemente, y excitándome más y más.
    
    Incontinencia
    
    Intentaba no pensar en ...
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