1. Me dejo follar en el cine por desconocidos


    Fecha: 26/09/2021, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: kittysumise79, Fuente: CuentoRelatos

    ... mis rígidos pezones, golpeando uno y otro con ritmo constante. Me escocía, me hacía temblar y sentir necesidad de más.
    
    El tercer dedo se incrustó en mi coño. Y un orgasmo se fraguaba en mi bajo vientre, denso pesado, activo.
    
    Tragué cuando mi boca estuvo tan llena de saliva que no pude contenerla más. Me puso muy perra el sentirla bajando por el esófago y aquel hombre lo sabía. Me sonrió. Y lo relamí los restos que quedaron suspendidos en mi boca, gritando al notar un cuarto dedo abriéndose paso. El ejecutivo dejó de tirar de mi coleta, con esa mano coló sus cuatro dedos en mi boca para follarla igual que estaba pasando con mi coño. Yo que de pequeña me daban arcadas hasta el palito de madera del médico.
    
    Ahora no me pasaba. Solo quería ser usada, sentir todo lo que me estaban haciendo, sentirme muñeca liberada y que se corrieran usando mi cuerpo.
    
    El hombre que estaba pajeando temblaba, sus huevos prietos me alertaron del inminente orgasmo. Me quitó la mano de los pantalones, se subió a la butaca, se bajó la ropa y el ejecutivo me giró la cara para cambiar los dedos por aquella polla sedienta de descarga.
    
    Mamé, sin importarme que las canas de sus huevos fueran más largas que mis extensiones de pestañas. Chupé enterrando la nariz en ellas y dejé que me la follara sorbiendo cada embestida.
    
    Cinco, esos eran los dedos que me habían cabido de lo receptiva que estaba. Grité con el quinto, no te lo voy a negar, pero esa mezcla de dolor y placer, de saberme usada, ...
    ... me entusiasmaba.
    
    La descarga llegó sin aviso, inundándome la garganta de leche caliente recién ordeñada. Tragué bebí de aquel pozo de regusto amargo y me recreé en el aroma a pubis que no se duchaba desde la mañana, o quizá la noche anterior. No estaba muy segura.
    
    Ya no sentía a mi ejecutivo sosteniéndome, solo aquella mano ahondando en mi coño y la lefa goteante. Lo extrañaba, ¿Dónde estaba?
    
    No tardé en descubrirlo. Cuando acabé de limpiar la polla los dedos que colonizaban mi coño me abandonaron. Sentí la pérdida de inmediato. Intenté averiguar qué ocurría y entonces le vi. El hombre del traje en el pasillo, haciéndome una señal para que fuera hasta él.
    
    El de la butaca seguía subido recolocándose la ropa y el otro, al que le eché un vistazo y tenía pinta de mecánico de motos, por las manos manchadas y la pinta de conducir una Harley, me instó a levantarme.
    
    Lo hice, tragando duro y este me bajó el vestido abandonándolo en la butaca, para hacerme caminar desnuda hasta el trajeado.
    
    Muchos de los ojos que habían estado fijos en la pantalla, ahora lo estaban sobre mi cuerpo.
    
    Caminé con la barbilla alta, notando el peso de mis pechos al entrechocar, eran grandes pesados y naturales.
    
    Llegué al ejecutivo quien me recibió con una caricia en el rostro, una descorrida de labios con su pulgar y uno de sus escupitajos.
    
    —Traga —lo hice, pero eso ya lo sabes. Él sonrió—. Quédate de pie y separa las piernas. Las manos detrás de la nuca y abre los codos para que ...