1. Memorias inolvidables (Cap. 7): Dos años y medio con Eduardo


    Fecha: 22/09/2021, Categorías: Gays Autor: janpaul, Fuente: CuentoRelatos

    ... la cama, momento que aproveché para sentarme sobre su pubis y meter mi culo encima de su polla que estaba enhiesta. Con la mano me la acomodé y le dije que no se moviera. Estábamos muy unidos, cara a cara, cogidos de la mano y balanceándonos hacia la cabecera y hacia los pies de la cama, nos mirábamos finamente a los ojos y me dice:
    
    — Te quiero.
    
    — Te quiero, —le dije también.
    
    — Te quiero más que a mi madre.
    
    — Te quiero más que a nadie en el mundo, —le sonreí.
    
    Juntamos nuestras bocas y nos besamos, metimos nuestras lenguas hasta el fondo, le robé su saliva para hacerla más:
    
    — Te amo, Eduardo.
    
    — Te amo, Ismael, y te adoro y te quiero…
    
    — Mi tesoro y mi bien, mi vida
    
    — Y yo a ti también.
    
    — Te amo más…, —dijimos a la vez los dos interrumpiéndonos por el beso en que nos robábamos el alma uno al otro.
    
    Nos callamos y comenzamos de nuevo. Me tumbé entre las piernas abiertas de Eduardo y desplegué las mías a su costado. Empujábamos los dos, mientras levantábamos el pubis por la presión que hacíamos. Tardamos un tiempo en sentir que nos veníamos y llegó primero a mi que disparé al techo cayendo todo sobre nosotros mismos y sin interrupción Eduardo dejó sus restos en mi recto. Al calmar nuestros espasmos y quedarnos con más deseos no permití que me sacara su polla de mi culo y al rato estábamos igual. Me sentía lleno, porque no habíamos dejado escapar la primera y con la segunda estaba más feliz. No sentía molestia y sabía que tenía la energía de Eduardo ...
    ... en mi interior. Decidimos ir a la ducha y asearnos para salir a dar una vuelta. Le dije a Eduardo:
    
    — Vamos a caminar algo para hacer hambre, que mucha cama nos quitará el apetito.
    
    — Con lo que hemos trabajado, yo ya tengo hambre, pero vamos a pasear, —me contestó.
    
    Nos ayudamos a lavarnos, primero Eduardo me metía un dedo para abrir mi ano y que sacara sus restos, luego le di placer en su culo succionando con mi boca y suspiraba gimiendo de placer.
    
    Salimos a la calle sin rumbo, vestidos con lo más feo que teníamos, hechos un zafarrancho tras el combate y descaradamente tomados de la mano hasta llegar a la plaza y sentarnos en una terraza para tomar una cerveza cada uno. No fuimos escandalosos, pero tampoco recatados. Los que se dieron cuenta conversaban sobre nosotros. Pero nosotros estábamos felices. Quizá fue aquella la cerveza que mejor me haya sentado en toda mi existencia. Todavía mi cariño por Eduardo me hacen recordar estos momentos inolvidables y tan gratos que pasamos Eduardo y yo.
    
    Llegó el verano, mis calificaciones fueron buenas, muy buenas, porque algo que me dijoEduardo fue:
    
    — Quiero que obtengas buenas calificaciones para ser un médico digno de mí.
    
    Esto me estimuló y luché no solo por aprobar todo sino por sacar lo mejor de mí. Yo estaba feliz de ir a mostrarle a Eduardo mis calificaciones y él me daba tantos besos como sumaban los números obtenidos. Estos besos me los daba siempre delante mi padre y de sus padres. Todavía no habíamos hecho ...
«1234...11»