1. Casada y poco follada


    Fecha: 19/09/2021, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Quique., Fuente: CuentoRelatos

    ... el dedo.
    
    -Supongo que chuparás otras cosas.
    
    -¿Cómo qué?
    
    -Cómo las cabezas.
    
    -¿Las cabezas de qué?
    
    -De las gambas, por ejemplo.
    
    Le echó una esas miradas que echan las gatas cuando se ven acorraladas, y después Le dijo:
    
    -¡Qué te den!
    
    -¿No quieres saber que me pasó por la cabeza?
    
    -¡Déjame en paz de una puñetera vez!
    
    -Te lo digo y te dejo en paz. Imaginé que te chafaba un helado de cucurucho en el culo y que después me lo comía lamiéndolo.
    
    -Encima cerdo, o me dejas en paz o voy a buscar un guardia municipal para que te ponga en tu sitio.
    
    Su cara de gata a punto de sacar las uñas no dejaba duda de que lo decía en serio. Le dijo:
    
    -Oído cocina.
    
    Una hora y pico después, vistiéndose para marchar y mirando para la tableta y el cuerpo musculado de Enrique, le preguntó:
    
    -¿De que sabor?
    
    Mirando hacia arriba vio su cuerpo vestido, y por extraño que parezca se excitó por primera vez. No sé por qué, pero ver a una mujer en la playa, sea en bikini, en toples o desnuda, no le provocaba deseo. Le preguntó:
    
    -¿Lo qué?
    
    -El helado.
    
    -De chocolate, con el sabor salado que debe tener tu culo debía estar delicioso.
    
    -¿Te gusta comer culos?
    
    -Entre otras cosas. No te vayas. Te invito a cenar.
    
    -No me apetece cenar con alguien que come culos.
    
    Se calzó las sandalias, recogió la bolsa y se fue.
    
    Enrique regresó a la playa toda la semana pero no la volvió a ver. El sábado, estando tumbado boca abajo sobre una toalla, oyó su ...
    ... voz:
    
    -Hoy calienta más que el otro día.
    
    Enrique giró la cabeza hacia su lado y allí estaba, la mujer que esperaba echada boca abajo y sonriendo, le respondió:
    
    -Sí, está un buen día de playa.
    
    Esa tarde se bañaron juntos, merendaron en un chiringuito y hablaron de mil y una cosas. Menos su nombre y si estaba casada, soltera o separada, Enrique sabía de ella hasta cómo se limpiaba el culo. Tomando unos vinos en el chiringuito, le dijo:
    
    -¿Compro dos helados y nos los comemos en mi coche?
    
    -¿De chocolate?
    
    -Uno, si. ¿De qué sabor te gustaría que fuese el otro?
    
    Su voz tomó un tono sensual que calentaba más que el sol, cuando le dijo:
    
    -Tú eres el que lo va a comer. ¿Dónde tienes el coche?
    
    Señalando el auto con un dedo, le dijo:
    
    -Es aquel plateado con los cristales tintados que está entre dos pinos.
    
    -Te espero allí.
    
    Poco después estaban dentro del coche. El asiento del lado de la mujer estaba reclinado y ella estaba boca abajo sobre él. Enrique le bajó la braguita del bikini, le chafó el helado en el culo y después se lo folló con el cucurucho y acto seguido se lo comió, luego le lamió el helado de las nalgas y del ojete. Estaba deliciosa aquella mezcla de dulce y salado. Pasó después a follar su ojete con la lengua mientras dos dedos de su mano derecha entraban y salían de su coño mojado. La mujer tenía su cucurucho de fresa en una mano, lo lamía y gemía de cuando en vez. Al tenerla a punto se dio la vuelta, le dio el helado, y le dijo:
    
    -Toma el de ...