1. Casada y poco follada


    Fecha: 19/09/2021, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Quique., Fuente: CuentoRelatos

    Enrique, un veinteañero, moreno, de estatura mediana y con cuerpo de gimnasio, estaba tomando el sol en la playa sobre una toalla. Llegó a su lado una mujer de mediana edad, se quitó el vestido, las sandalias, extendió la toalla, se sentó sobre ella y quitando de una bolsa de tela un tarro de crema bronceadora se la dio por los brazos, parte de los pechos, el vientre... Cómo Enrique no le quitaba la vista de encima, le preguntó:
    
    -¿Qué pasa, chaval?
    
    -Nada. ¿Quieres qué te de crema por la espalda?
    
    -No me vendría mal, pero mejor que no me la des, igual te emocionas.
    
    -Tú misma, yo solo quería hacerte un favor.
    
    Cómo se puso boca abajo sobre la toalla y se desentendió de ella pensó que le había dicho la verdad, se puso también ella boca abajo, se abrió el sujetador del bikini, y le dijo:
    
    -Bueno, vale, dámela.
    
    Enrique cogió la crema y se la echó masajeando sus hombros, luego untó crema en la espalda y las costillas rozando sus tetas, después se la dio en las piernas y cuando se la dio en las nalgas y rozó los lados de su coño, la mujer sintió que se empezaba a poner cachonda, así que, agarró el sujetador con una mano, se dio la vuelta, se sentó y le dijo:
    
    -Tienes manos grandes y muy finas
    
    -Tu también tienes una piel muy fina. Todo en ti es fino.
    
    La mujer se puso en guardia.
    
    -¡¿Estás intentando ligar conmigo?!
    
    -Desde el segundo uno. Me gustan las mujeres maduras. Saben lo que quieren.
    
    -¿Sabes lo que quiero yo?
    
    Poniendo cara de interesante, le ...
    ... respondió:
    
    -No, sorpréndeme.
    
    -Quiero que te vayas a la mierda.
    
    Se le quedara cara de tonto, y solo pudo decir:
    
    -Sorprendido.
    
    Era una mujer difícil, pero era hermosa, llevaba media melena rubia, y tenía unas tetas gordas que parecía que querían reventar el sujetador del bikini azul, unas piernas largas y moldeadas, una cintura normal, anchas caderas y el culo grande y redondo.
    
    Enrique se moría por ver sus tetas y la engañó.
    
    -¡Cuidado con esa rata que va hacia ti!
    
    Se levantó cómo si fuera un muelle que se suelta. Enrique vio sus gordas tetas con areolas rosadas y gordos pezones. Cuando la mujer se dio cuenta de la jugarreta se volvió a echar sobre la toalla y con cara de mala hostia, le dijo:
    
    -Cabrón.
    
    -Perdona, confundí una rata con una sombra.
    
    -La rata eres tú.
    
    -¿No era un cabrón?
    
    La había enfadado.
    
    -¡Déjame en paz!
    
    -Las tienes preciosas.
    
    La mujer tenía muy malas pulgas.
    
    -¡Qué me dejes en paz, coño!
    
    Enrique se calló la boca. Media hora más tarde, más o menos, la mujer se abrochó el sujetador y se fue a dar un baño. Cuando volvió a la toalla en el sujetador del bikini se le marcaban los pezones y en la braguita la raja del coño. Al ver que le miraba para ella, estiró la braguita y la raja desapareció. Tumbada boca abajo en la toalla, le dijo:
    
    -No te cortas un pelo.
    
    -Por lo que se intuye tú te los cortaste todos. No te puedes imaginar lo que se me está pasando por la cabeza.
    
    -Claro que lo puedo imaginar. No me chupo ...
«1234»