1. Beatriz II


    Fecha: 25/05/2018, Categorías: Confesiones Autor: Pzonito, Fuente: CuentoRelatos

    ... forma traviesa activaba el huevo remoto.
    
    La verdad, las cosas se nos iban de las manos, o mejor dicho, se nos iban las manos, y cuando estábamos en los chupitos, yo había avanzado a acariciarla, abriendo la gabardina por abajo y me acariciaba mí ya evidente erección por encima del pantalón.
    
    Decidimos marcharnos antes de que nos acompañaran a la salida, y volvíamos al vehículo, previa parada en el portal ya conocido con los mismos menesteres cuando le pedí a Beatriz que diera un paso adelante, que se quitara el sujetador y la braguita, para quedarse únicamente con las medias debajo de la gabardina, y lo hizo, mientras me chupaba en el portal y yo sentía las estrellas, se desabrochó la gabardina, y se quitó la ropa interior. Yo la contemplaba extasiado, me maravillaba la visión de sus extraordinarios pechos y de su sexo, allá en cuclillas y realizando una enérgica felación.
    
    La convencí, con la ayuda inestimable del mando del huevo vibrador eso sí, para llegar al coche y poder pasar a mayores, además aún tenía algún juguete pendiente de estrenar y quería que la noche fuera completa. Entramos en el coche y la excitación de Beatriz era brutal, se sacó la gabardina y empezó a masturbarse y masturbarme, yo apenas podía retenerla, y aproveché para gozar de sus pechos, me los puse alternativamente en la boca todo lo que pude y chupé, mordí, comí.
    
    Las luces de un coche de la policía municipal nos hicieron recomponernos e iniciar el trayecto hacia su casa. Llegamos y ...
    ... subimos, aproveché que el ascensor era lento para abrirle la gabardina y seguir acariciándola en su escalera, protestó inicialmente aunque las caricias en los pechos y el huevo vibrador la hicieron cambiar de idea. Fue un ascenso interesante, una vez abierta la puerta de su casa nos enzarzamos en una refriega sexual, yo necesitaba ya poseerla y ella ser penetrada. Así fue, tras la puerta, ella abierta y yo con los pantalones medio bajados la ensarté una vez retirado el buen amigo del huevo vibrador. Estaba absolutamente encharcada y acabamos en el suelo, ella a cuatro patas y yo embistiéndola por detrás, ninguno de los dos podía aguantar más.
    
    Acabé en pocos minutos, entre gritos de “dame cabrón, fóllame”, le inundé la vagina de semen, de la excitación acumulada durante la noche. Recogimos la ropa, una bolsa que había acertado a traer con algún juguetito que aún me quedaba por utilizar y nos dirigimos a la cama. Beatriz puso música suave, preparo unos combinados y nos tendimos en la cama, inicialmente para descansar, pero poco a poco nos fuimos empezando a acariciar, y como se suele decir, una cosa llevó a la otra.
    
    Aproveché que Beatriz consideraba que se trataba de una noche especial, de una ruptura con sus costumbres, una revolución de su vida sexual y empecé a jugar con el nuevo consolador que había adquirido para la ocasión, relativamente grande, de un bonito color azul brillante y de una textura ligeramente rugosa que, como no podía ser de otra manera, provocaron unos ...