1. Placeres de mujer


    Fecha: 19/05/2018, Categorías: Confesiones Autor: Amoestricto00, Fuente: CuentoRelatos

    ... respuesta.
    
    —Bu… bueno, soy Silvia.
    
    Tardé un momento en recordar quien hablaba y contesté.
    
    —Que tal Silvia ¿En qué puedo servirte?
    
    —Hablé con Ana y bueno —titubeó un momento y continuó— ella me contó de su relación y —volvió a titubear— y quisiera disculparme por haberme ido tan de repente ese día que nos vimos.
    
    —Entiendo —le contesté— pero me gustaría que nos viéramos y así podrías disculparte más apropiadamente ¿No te parece?
    
    —Ah… ok, sí, pero…
    
    —Te puedo ver dentro de dos horas —La cité en un restaurante algo alejado de su casa y del gimnasio al que acudía.
    
    —Pero… pero… no sé si pueda, es que yo…
    
    —Quiero que seas puntual —Finalicé y colgué.
    
    Acudí a la cita puntual luciendo moderadamente formal, al llegar pude notar que ella ya estaba allí, luciendo un maquillaje discreto y ropa adecuada para el lugar, en ese momento supe que ese mismo día estaría adentro de ella.
    
    La saludé con un beso cerca de sus labios, un saludo que pude notar en su voz la alteró más de lo que ya estaba. Entramos al lugar y comimos, pacientemente esperé a que hablara del tema que quería que hablara, en determinado momento, llegó al punto exacto.
    
    —Ana me comentó de su relación —comenzó a hablar en un volumen bajo de voz— no creí que ella pudiera actuar de esa manera, al principio creí que eras un patán por cómo te referías a ella, pero ahora no sé qué pensar.
    
    —A Ana le gusta el sexo, le gusta disfrutar de lo que le hago, de cómo la trato, de cómo la cojo, a ella ...
    ... le gusta ser una puta, que, por cierto, este término no lo uso como un insulto, sino como una forma de referirme a las mujeres con las que me gusta relacionarme, libres, sedientas de placer, abiertas, mujeres a las que no les molesta cumplir fantasías. Para mí, decirle a alguien puta es más un cumplido que un insulto.
    
    Me escuchaba atentamente, sin perder un solo detalle de lo que decía, no dijo nada así que continué.
    
    —He estado con diferentes tipos de mujeres, jóvenes, maduras, mujeres abiertas, mujeres con prejuicios, pero al final, me fascina seducirlas y mostrarles del mundo del que se han perdido sin mí, me gusta someterlas, hechizar sus sentidos, hacer que me entreguen su cuerpo, su mente y su alma, verlas de rodillas rogando por placer y a cambio, obtienen más de lo que imaginan, a cambio se vuelven esclavas del placer, se vuelven mis putas hambrientas.
    
    Observaba su rostro sin apartar mi mirada de sus ojos, aquella mirada que desde el primer momento la había sometido a mi voluntad y para mí era evidente como caía poco a poco dentro de mis manos, el anillo de bodas que aún relucía en su dedo pronto se vería como una baratija y yo me encargaría de ello.
    
    Hacía tiempo que ambos habíamos terminado de comer, sin embargo, ella seguía oyendo extasiada cada palabra que salía de mi boca, así que pedí la cuenta y me dispuse a proseguir con lo que tenía preparado para ella. Volviendo momentáneamente a la realidad me vio pagar y a continuación nos dirigimos hacia su ...