1. Hombre de pelo en pecho


    Fecha: 18/05/2018, Categorías: Gays Autor: Hansolcer, Fuente: SexoSinTabues

    ... vellos hasta en la raja del culo. Por unos instantes me dediqué a acariciarle la espalda, mi tranca en su entrada. Lo sentía impaciente, pero parecía disfrutar mis manos recorriendo su columna hasta llegar a sus nalgas. Con mis 2 pulgares abrí sus cachetes y pude ver la entrada de su ano, palpitando como semáforo en amarillo advirtiendo que algo iba a entrar en aquel túnel. Pedro parecía no estar dispuesto a esperar y otra vez me pidió que lo penetrara. – Métela cariño. No me hagas sufrir. Me unté saliva en la cabeza y esta vez empuje un tanto, despacio, pero si con la fuerza necesaria para que mi impaciente víctima engullera más allá de la cabeza en su interior. Lo escuche pujar, de gusto, pero pujo. – Que ricooo, bebe que ricooo. Ufff que rico. Dámela toda, dámela toda. Se la saque y lo sentí relajarse, otra vez empuje y ahora la engulló toda, como Pedro quería. Toda hasta el tope. Hasta que sus caderas quedaron pegadas a mi. Hasta sentir que le había tocado la tripas. De nuevo pujó, fuerte. Muy fuerte, aunque era algo más parecido a un gemido de placer, a satisfacción, a gusto de tener una polla joven solo para el. – Malo – dijo – me vas a partir el culo. Pero me gusta bebe, me gusta que me la mandes toda. Me gusta ser tu hembra. Follame papi, échame tu leche en mi culito. Como si aquello fuese una orden, empecé a moverme a culearlo, aferrado a sus caderas. Lo embestía una y otra vez, a media velocidad, Pedro parecía vivir el polvo de su vida. Gemido tras gemido no ...
    ... paraba de decir cuánto le gustaba que lo cogiera. Por un instante pensé que quizá deberíamos adentrarnos más en los matorrales, pero romper aquel momento no me pareció justo. También yo disfrutaba cogerme a aquel vecino, a aquel hombre fortachón del que había escuchado decir que le gustaba que lo cogieran y por lo que cuando lo encontré en la vereda que lleva al manantial, mi primer pensamiento fue que hoy podía comprobar que tan cierto era lo que se decía. Y ahí estábamos, los dos desnudos. El sosteniéndose en el tronco de aquel árbol que se cayo de viejo, yo detrás suyo aferrado a su culo empujando una y otra vez mi verga, gozando ambos. Porque ya le había agarrado el gusto a follar con hombres, aparte de mi hermano este era el tercer culito al que le daba placer. No había pasado de largo para mi que Pedro estaba empalmado, sus 20 y tantos centímetros se movían de lado al compás de mis embestidas. Un pensamiento extraño se apoderó , sabía que el no solo recibía polla, también follaba. Y cómo si leyera mis pensamientos me tranquilizo que solo le gustaba que lo cogieran. – No te preocupes papi. Tú eres mi marido yo tu hembra. Porque efectivamente, me ponía nervioso aquel badajo de campana moviéndose, grande y grueso. Mucho, mucho más grande que la mía. Otra vez me concentré en satisfacer aquel culito y empecé a bombearlo más rápido, tanto que otra vez Pedro cayo en aquella serie de quejidos y resoplidos dignos del mejor orgasmo por ser follado. Está vez lo vi tomarse la verga y ...