1. Definitivamente hay tardes lluviosas Mágicas


    Fecha: 25/04/2018, Categorías: Primera Vez Autor: Srita. Sweet Ca, Fuente: CuentoRelatos

    Quienes me conocen saben que adoro las tardes con lluvia, que soy partidaria más de ambientes templados que cálidos, claro a menos de que el tema sea: ¡playa! Pero recuerdo y muy bien la tarde de hoy, pero hace justamente un año. Acá en la Ciudad de México no se sabe el clima que tenemos, porque a decir verdad cambia el estado del tiempo cada cinco minutos, pero lo que si supo esta bella ciudad fue del maravilloso orgasmo que tuvimos Joaquín y yo que pudo bien confundirse con la lluvia en pleno de aquel día.
    
    Joaquín era el chófer de mi jefe, bueno, ex jefe por fortuna de Dios. Es un hombre no muy alto, moreno claro, facciones finas, pelo quebrado, con una espalda hermosa y un trasero simplemente angelical y excelso, como si fuese esculpido por los mismísimos dioses del Olimpo. Sí, amo a los hombres nalgones. Nos llevábamos muy bien, nunca fuimos amigos pero si muy buenos compañeros de trabajo. Aquel día en la hora de la comida coincidimos en el comedor “comunitario” que tenía la oficina, que más bien tenía facha de casa y sí ¡lo era!, era una casona vieja y de estilo colonial, pero clásica, era del tipo de casas llenas de árboles, jardines y terrazas, en realidad nos quedaba grande para los pocos que trabajábamos en ella.
    
    Pudimos conversar de todo un poco, temas serios y banales, pero siempre con mi baba en el suelo por él, no sé si se notaba o no, pero lo que es un hecho es que yo si noté que siempre, siempre que le hablaba él me miraba los labios y nada más, aquella ...
    ... vez no fue la excepción. Nos levantamos, lavamos los trastos y ¡ups! sin querer había tirado todos los cubiertos, él como todo un caballero que es, se acomidió a ayudarme y levantar uno por uno. Mientras él estaba haciendo lo correspondiente, mis pupilas estaban fijas en ese hermoso y perfecto trasero que Dios le había concedido “¡caray! tan rico y yo sin poder darle una nalgada, un pellizco o algo” pensaba yo. Salimos de la cocina y cada quien ocupo sus respectivos lugares de oficina para enfilarnos a la “recta final” laboral, el cielo para entonces ya estaba negro y relampagueaba. Yo, la verdad es que si tuve que motivar mi imaginación y crear escenarios posibles para algún día poder “tirármelo”.
    
    -“¿Qué haces?, ¿tienes planes para este viernes frio y con lluvia? ¡Unos tragos no caerían mal!”-lo dijo en un tono hasta sensual, recargado en el marco de la puerta que en ese tiempo era paso a mi oficina.–“No, en realidad no tengo ningún plan concreto. No sé si el mejor sea irme a dormir a casa o inventar algo para divertirme un viernes de lluvia como dices”- me regaló una sonrisa, me guiñó y dio la media vuelta. Pasó poco más de una hora y todo mundo “huyó” ansiosos por esperar el fin de semana, todos menos él y lo supe por cuando me disponía a cerrar la oficina escuché un rechinido de ventana acompañado de unos pasos, así que caminé por el largo pasillo de aquel lugar hasta llegar a donde Joaquín se encontraba.–“¿Todavía aquí?, ¿estas esperando al jefe ó estás haciendo horas ...
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