1. Solo en casa de mi cuñada


    Fecha: 11/04/2018, Categorías: Fetichismo Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    ... más largo y más ancho en la base que mi pito. Sabía, por un comentario lanzado alguna vez, que ese no era el primer juguete que compraba; entonces se me ocurrió que si aquel era el tamaño que le gustaba, definitivamente tenía predilección por las vergas grandes. ¡Qué forma tan veraz de saber sus preferencias más íntimas y de gozar con los mismos objetos que ella, esa mujer que conozco tan bien y que sé que jamás habrá de tener ningún tipo de contacto sexual conmigo! No sé cuánto tiempo estuve sumido en el vapor de aquellos pensamientos; sólo recuerdo que salí de la cama y ya no regresé; me detuve en la escalera con el enorme vibrador lubricado, lo puse erguido en un escalón, dejé los pies en el de abajo y, recostándome hacia atrás, puse las manos en el de arriba; después bajé la cadera, y con un dolor delicioso, comencé a hacer sentadillas cortas hasta que logré metérmelo casi por completo. Me descubrí gimiendo con cada sentón al volumen que me pedía el placer, a veces lanzando un grito disperso por la respiración; a partir de ese momento le solté la rienda a la garganta y grité como un actor porno al que le esta dando verga un tipo muy bien dotado, y es que en verdad me estaba yo poniendo una cogida de gran calibre. En una oleada de placer me incorporé y perdí el equilibrio, sentía que las piernas se rendían como cuando me corro, pero no estaba eyaculando; creo que fue el puro placer anal el que me tiró (bueno, también hay que contar el vino que había bebido) Caí contra la ...
    ... pared con el hombro izquierdo haciéndome una herida amplia y de regular profundidad que no me impidió seguir con el juego, y que me dejó una cicatriz que aún no se borra. No sé cuánto tiempo después, rendido de cansancio, demasiado cogido y borracho como para masturbarme, me fui a dormir. A la día siguiente me levante con la resaca pegándome como una tormenta; me dolían el hombro y el culo, pero como no me había corrido, seguía encendido el motorcito de la calentura. Era mi último día en ese lugar; me puse un body muy usado y sin broches que tenía una rotura en la entrepierna, unas medias negras, y encima un pantalón y una camisa míos; había tenido suficiente de mostrarme en ropa de mujer, pero quería seguir sintiéndola contra mi cuerpo. Caminé por el puerto todo el día; cuando me metí al baño de un café a orinar descubrí que la rotura había sido hecha a propósito para no tener que quitarse toda la ropa; me senté en el retrete, saqué la polla por el agujero y sentí de nuevo la excitación desbordándose, pensaba en que ella habría aguantado las ganas por no quitarse el body pero terminó por romperlo; comencé a tener una erección y eso hacia que mi pinga luchara por levantarse contra el borde del hoyo de tela. Caminé por varios lugares; el sol pegaba a plomo; bajo el body sentía gotas de sudor escurriendo. Pensé que tal vez le llegaría mi olor la próxima vez que se pusiera esa prenda, y que a lo mejor lo pegaba a su rostro, extrañada o excitada sin saber muy bien por qué ¡Jamás ...