1. Las hermanas


    Fecha: 30/03/2018, Categorías: No Consentido Autor: GargantuadeSamo, Fuente: CuentoRelatos

    ... una gran presión en mi bañador, pero me agaché rápidamente a su lado y volví a preguntarle si necesitaba ayuda.
    
    Ella asintió levemente. Así que le cogí las manos y se las sequé con las mías, mientras intentaba tranquilizarla. Abre la boca y déjame a mí. Tenía experiencia en vomitonas desde hacía muchos años… por mis compañeros, no te vayas a creer. Nunca he sabido si mi colegio era una excepción o todos eran unos nihilistas borrachos en aquellos tiempos. En fin, que me desvío.
    
    Le metí dos dedos en la boca hasta que le provoqué una buena arcada. Entonces guie su cabeza hacia el retrete mientras veía salir el alcohol que había comprado. El ciclo de la vida, pensé.
    
    Estuvo un buen rato asomada al retrete hasta que, limpiándose un hilillo de baba, se volvió hacia mí y susurró un gracias.
    
    Hasta ese momento había seguido con la mano en su nuca, acariciándola mientras vomitaba. Cuando se giró me miró a los ojos y sollozó, así que la abracé, tomando su cabeza en mi hombro mientras salmodiaba un ya pasó ya pasó…
    
    Durante un rato la acuné mientras los restos del vómito alcoholizado me resbalaban por el pecho.
    
    Finalmente llegó el silencio. Temblaba en mis brazos. La separé de mi agarrándola por los hombros y nos miramos a los ojos. Ella se humedeció con la lengua los labios manchados y se colocó en pose francesa, lo que siempre habíamos comentado en las películas que nos hacía tanta gracia. Se acercó a mis labios, me dio un pico y sonrió. Su sabor era dulce y amargo, ...
    ... más dulce que amargo. Claro que en aquellos momentos no estaba para dejar pasar la oportunidad de esa manera, así que me acerqué violentamente y nos besamos como deben besarse un hombre y una mujer. Ella ni siquiera se sorprendió y respondió a los labios con labios y a la lengua con lengua.
    
    La coloqué encima de mi mientras exploraba su cuerpo con ansiedad. No se oía nada más en la casa, más que aquellos ruidos de sexo, por un momento pensé que nos descubrirían y se armaría una gorda, pero por algún motivo razoné que no, que era imposible, que cada uno de ellos pensaría que era la otra pareja la que hacía los ruidos y que no nos molestarían. Tuve uno de esos pensamientos, sin duda arriesgados, pero que por algún motivo me tranquilizó.
    
    Sentía el sabor de su bilis y de mi ron dentro de mi mientras pugnaba con su ropa. Cuando la empujé contra mi supe que no escaparía. Noté la humedad repentina de sus bragas y la presión de sus pezones y me reí.
    
    Ella se paró y me miró inquisitivamente
    
    - Sabes tan bien - le dije - eres maravillosa. Y empecé a besarle el cuello.
    
    Ella se rio. No hay nada tan hermoso como una mujer que se ríe, enseña los dientes y le brillan los ojos. Le quito la blusa y es aún más hermosa. Acaricio sus pechos con suavidad, como si quisiera cartografiarlos en mi cerebro, con las yemas de los dedos mientras su piel se eriza.
    
    Le muerdo el cuello y las orejas con saña, quiero dejar unas buenas marcas y que intente justificarlas mañana.
    
    Ya me imagino la ...
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