1. Mi hermana Julia - 4 -


    Fecha: 26/01/2018, Categorías: Incesto Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    ... No sé lo que me pudo pasar, Luis. Debí perder el control otra vez. - Lo que te pasó es que disfrutaste viéndome, como nunca pensaste que podrías hacerlo. Me lo has reconocido. Pero cuando se trata de que tú me enseñes tu cuerpo y pueda ver yo cómo tú te lo haces, te echas atrás. Julia, llevo un montón de tiempo pidiéndotelo ¿por qué siempre me dices que no? ¿Te da corte que tu hermano te vea? Eso sí que me parece a mí un comportamiento de cría reprimida. Y tú ya eres adulta, Julia. Ya no eres una niña. Eres una mujer. - No; no me da nada de corte, Luis; ya me han visto varios. Lo que pasa es que no está bien que me veas tú. Eres mi hermano. ¿Lo entiendes? Eres mi hermano. - ¿Qué no está bien? Dije, alzando la voz y llevándome las manos a la cabeza ¿Qué no está bien? ¿Que yo te vea desnuda? Vale. Pero sí está bien que me veas tú a mí ¿no? ¿Qué pasa? ¿Aquel día que me viste masturbarme no era tu hermano? Julia, por favor, reconócelo, ¡si el otro día casi te corres conmigo en el baño! Lo que te pasa es que te cortas. Te da vergüenza. Punto. ¡Reconócelo de una jodida vez! Julia estaba cada vez más alterada. Su cara se congestionaba por momentos y adquiría un tono cada vez más rojo. Estaba al borde de un acceso de ira; esos que a veces le asaltan cuando no es capaz de controlar sus impulsos. Julia estaba a punto de reventar. Sus ojos lanzaban chispas; el labio inferior empezaba a temblarle. Tenía la mano apoyada en el borde de la cama y cogía la sábana con fuerza, estrujándola, ...
    ... con los dedos engarfiados. Entonces temí su reacción y pensé que había llegado demasiado lejos. La estaba presionando más allá del límite aconsejable. Es verdad que deseaba provocarla y causar en ella una reacción favorable a mis propósitos, pero veía la cosa muy negra. Me había pasado de rosca. Las señales que venían de Julia presagiaban tormenta. Aquello me empezó a oler a chamusquina. Lo que ya imaginaba y tanto temía no tardó en producirse: Julia estalló. Las palabras que pronunció a continuación no fueron pronunciadas: fueron escupidas. Disparadas. - ¡¡VERGÜENZA!! ¡¡QUE TENGO VERGÜENZA!! ¡¡¡QUE ME DA CORTE!!! - Julia… - ¡¡CALLATE, GILIPOLLAS!! SI TANTAS GANAS TIENES DE VER UNA TIA EN PELOTAS ¡BUSCATE UNA PUTA! ¡PAGALA Y QUE SE DESPELOTE Y MASTURBE PARA QUE LA VEAS! ERES UN JODIDO CRIO. SI TE ATREVIERAS A HACERLO, ESA PUTA TE MANDARIA A CASITA CON MAMA. ERES UN NIÑATO, LUIS, UN NIÑATO DE MIERDA. -Julia… - ¡¡TE HE DICHO QUE TE CALLES, CAPULLO!! ¡¡¡CORTE, QUE ME DA CORTE QUE ME VEAS!!! Julia estaba cada vez más descontrolada. Pasado ese brote de ira irracional, Julia comenzó a mascullar. Decía soto-voce: cortada; cortada; vergüenza; vergüenza. Pero ¿A qué cojones estoy esperando? Eso me pareció que decía entre dientes. De repente Julia giró su cabeza hacia la puerta y dijo secamente. - Ven Me acerqué y quedé frente a ella. Pensé que me iba a abofetear. Julia, literalmente, saltó de la cama y se encaró a mí; tan cerca que sentí su aliento en mi boca y, con una voz áspera, ...