1. Inicio Precoz en el Campo (Cuarta parte)


    Fecha: 24/01/2018, Categorías: Gays Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    Mi rutina sexual con Vicente siguió cada vez mejor. Mi cola se acostumbró poco a poco a su tamaño y ya no había dolor de por medio. La motivación erótica me fue ganando y ciertamente sentía placer en provocarle erecciones a mi antojo, en sentirlo entrarme y deslecharse dentro mío A veces, cuando venían otros hombres a sembrar o cosechar en la granja que mamá cuidaba, me asaltaba la curiosidad de saber si alguno de ellos me cogería, o como la tendrían, o si me lo harían a lo bruto, como le vi hacerlo a Vicente con el peón y que tanto me había calentado. Pero nunca me animé siquiera a insinuárselo a ninguno. Así que por largo tiempo mi vida siguió igual: Algunos quehaceres menores, las clases de cocina con mamá, las clases de talabartería con Vicente y, por supuesto, mis revolcones con él. El único cambio es que yo ya andaba por los 12 años, la tripita me había empezado a crecer un poco y asomaban ya los primeros pelitos púbicos. La rutina sufrió un vuelco un fin de semana en que vinieron los ancianos dueños de la granja y no lo hicieron solos. Trajeron a su nieto mayor que, en honor al abuelo se llamaba Arístides pero le decían "Ari". Yo ya lo había conocido, pero varios años antes, y quizás por ser yo tan chico no capté un detalle que ahora sí me llamó la atención: El color de piel de Ari. Ari era bastante morocho y con pelo encrespado y desentonaba con sus abuelos, tan blancos y rubios. tenía unos 16 o 17 años, casi tan alto como sus abuelos y muy delgado. Como siempre, mi ...
    ... mamá se deshacía en elogios hacia el matrimonio y el nieto, a la vez que me hacía pasar vergüenza exagerando supuestas virtudes mías para con el quehacer del campo, siempre temerosa de que algún día nos quedáramos sin trabajo. Los ancianos a su vez explicaron que traían al nieto para que vaya aprendiendo ya que llegaría el día en que debiera hacerse cargo, a todo lo cual Ari no trataba siquiera de disimular su desagrado y aburrimiento. Mi madre debió captarlo porque me indicó que no sea desatento y que acompañe "al niño" a recorrer la granja y a ver el maizal que habían sembrado. Salimos entonces con Ari a quien poco y nada le interesaba nada que le mostrara. caminábamos casi en silencio y, a decir verdad, a nadie puede interesar demasiado ver una plantación de maíz, y menos a nuestras edades. Se me ocurrió entonces llevarlo al viejo bebedero donde solía ir a pescar ranas. Estaba en un rincón del campo, resabio de alguna vez en que habrían tenido ganado, pero ahora abandonado y cubierto por un cañaveral. Era lo que por aquí se llama un tanque australiano, semienterrado y con taludes de tierra alrededor para dejarlo a nivel del piso. El molino que le daba agua no funcionaba, pero la lluvia lo mantenía lleno y con las plantas acuáticas eran el criadero ideal para las ranas. Nos abrimos paso entre las cañas y Ari se entusiasmó un poco tratando de acertarle algún piedrazo a las ranas. Nos divertimos un rato de esa manera hasta que a Ari le dio ganas de orinar y me apostó que le ...
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