Con dos amigos - Relatos Eróticos

Con dos amigos

... mi labor y me hinqué frente a él.

Me dedicó una sonrisa, hizo el ademán de ver el reloj que no traía y entendí que ya había pasado mucho tiempo, hice un gesto y me levanté, fuimos juntos a la ducha, nos duchamos rápidamente, saqué otra muda de ropa y me vestí, él se puso el uniforme blanco.  Fuimos a la cocina para tomar algo rápidamente, me abrazó por detrás, sentí nuevamente el palpitar de su verga y renació mi excitación, me bajó el pantalón y las bragas, me incliné sobre la mesa dispuesta a hacerlo nuevamente, sentí como su verga ocupaba mi coño y empezó un frenético movimiento, me vine dos veces más sin que él lo hiciera, se salió, nos vestimos y salimos aún agitados.

En el camino al hospital me dijo que había descubierto que tenía un problema en la próstata que le dificultaba eyacular, que a veces esa enfermedad parecía una maldición pero que conmigo era una bendición, me preguntó si quería que lo siguiéramos intentando. Le respondí que para mi esa era una bendita enfermedad.

A partir de ahí seguimos haciéndolo, me hice adicta a él, nunca había tenido tantos orgasmos con un hombre en una sola sesión, cuando mucho tres, con él había logrado hasta nueve, en las ocasiones que lograba venirse lo hacía de manera abundante haciendo que me viniera al mismo tiempo.

Como cualquier hombre estaba obsesionado con mi culo, pero viendo el tamaño de su verga nunca lo dejé hacerlo, sólo le permitía meter uno o dos dedos, a veces metía su lengua, no niego que me gustaba y ...

... que ya lo había experimentado con otras parejas pero con él me daba temor.

Llegó el tiempo de que regresara a su país, había concluido sus estudios, en esas fechas mi padre estaba en casa recuperándose, decidimos aprovechar todo el tiempo que fuera posible, me inventé un viaje de trabajo y me establecí en su departamento durante una semana, la misma que él sólo ocupaba para hacer papeleo, era la gloria poder coger con él sin pensar en que tenía que ir al hospital, a la oficina o a la casa.  Lo hacíamos en la mañana, a mediodía, en la noche, en la cama, en la mesa, en el sillón, en el suelo, en la ducha, fueron unos días llenos de orgasmos, en varias ocasiones logré hacerlo venir con mi boca, la inundaba de una buena cantidad de semen.

Tres días antes de su partida me informó que el departamento lo iba a ocupar un amigo de él que iniciaba su especialidad y que llegaría al día siguiente por la mañana, lo recogimos en el aeropuerto, le dimo un paseo por la Ciudad y nos fuimos al departamento, se iba a instalar ahí inmediatamente, situación que a mi no me gustaba porque iba a impedir que pudiéramos coger como habíamos estado haciéndolo.

Ese fue un día sin sexo, dormimos plácidamente, Enrique se había acomodado en el sillón.  A la mañana siguiente, después de la ducha, preparamos el desayuno y se fueron al hospital, ayudó a Enrique con el papeleo, le mostró las instalaciones, le presentó a algunas personas y regresaron con pizza, cervezas, dos botellas de ron y algunas ...