El Chinto. - Relatos Eróticos

El Chinto.

... despertar, ni con los movimientos que hice para darme la vuelta y quedar de espaldas a él. Me puse un poco de lubricante en el ano y en la cabeza de su verga y me lo acomodé en la puerta de mi culo. Como que reaccionó con la suavidad y calidez de mi trasero, porque en cuanto lo puse ahí, me dio varios piquetes hasta que entró la cabezota. En ese momento se despertó y acompañado de un pujido, empujó hasta meterla toda. Luego siguieron los movimientos de mete y saca, con los mismos resultados de la primera cogida que ya he descrito y que disfruté a su máxima expresión en todo el rato que mantuvo su labor, hasta que finalmente, con una gran expresión de complacencia, se vino para llenar toda mi cavidad rectal de su preciado y nutritivo líquido. Ahí se quedó pegado y ya no supe más, me quedé totalmente dormido. Desperté hasta la madrugada, muy buena hora para salir de la casa sin ser visto por los indiscretos ojos del vecindario. Totalmente satisfecho por tan larga y nutrida sesión, llegué al lugar que el Grueso me había acondicionado para estudiar y descansar, dormí hasta muy entrada la mañana, cuando mi Tía me despertó para almorzar, porque ya estaba por levantar la cocina. Una sabrosa cecina con huevo en chile guisado y frijoles refritos, me volvieron a la vida luego de la “cruda” que traía por el intenso placer que había disfrutado la noche anterior, esto es vida, dije en mis adentros, esto es vivir.