El Chinto. - Relatos Eróticos

El Chinto.

... diciendo.
-Bueno, ya sabes de estas cosas y para no dar tantos rodeos, entérate de mi problema- Exclamó poniéndose de pie a la vez que se levantaba la prenda que traía puesta hasta la cintura para dejarme ver algo que de verdad me sorprendió, para seguir diciendo.
Éste es mi problema, ¿comprendes?. Por esto es que no quiero saber de mujeres, esto es lo que mi abuelita nunca criticó ni despreció- Como que la voz se le quebró un poco y yo me quedé analizando lo que me estaba mostrando, era su pene. Se trataba de una especie de pezón de mujer lleno de pliegues y que sobresalía del pubis sólo un centímetro, con un gran orificio a manera de conducto lácteo, tan amplio como una cabeza de cerillo, debajo de la cual tenía el escroto totalmente retraído. La verdad yo estaba petrificado de tan extraño espécimen, asombro que no podía manifestar para no provocar daño alguno. Doña Pachita nunca me comentó de eso, siempre mencionaba que lo tenía duro, le sacaba la leche con la boca y hasta lo exprimía con sus encías. Realmente no encontraba qué decir, hasta que por fin le dije.
-Ha de ser muy sabroso chuparlo, con lo que me gusta chupar los senos a las mujeres, o hacerlo crecer dentro de mi boca- Traté de reconfortarlo, a lo que me respondió preguntando.
-¿De verdad lo harías?
-Porque no- Le contesté y agregué 
-Sólo que tendría que ser ya que se te baje la borrachera, ebrio todo se contamina por la sangre saturada de alcohol, sobre todo cuando se ha tomado mucho y, según sé, ya ...

... tienes muchos días que no paras-
-Si, eso me decía mi abuelita y por eso yo no tomaba, pero ahora que no la tengo, he tomado porque me duele mucho su ausencia- Me atajó, pero luego contraataqué diciendo.
-Mientras que unos se van, otros llegan a cubrir los huecos que dejan. Lo único que se tiene que hacer es ser receptivo, estar atento para cuando llegue, saber aprovechar lo que la vida te ofrece. Si te aferras a lo que ya no tienes, te pierdes y ya perdido, te acabas. Tienes que darte otra oportunidad-
-¿Y podría ser contigo?- Me preguntó con cierta timidez y le contesté.
-Sí podría ser para empezar, pero tendrías que considerar una perspectiva más amplia, yo no podría ser tu pareja, sólo tengo 18 años, la gente no lo va ver bien, tendrías que pensar en una mujer para que logres algo más estable. Lo que tienes no debe ser una limitante, así como lo tienes puede llegar a ser atractivo. ¿Puedo tocarlo?- Le pregunté a quemarropa, cuando ya estaba recargado en la mesa y con su bata en su lugar.
Me contestó que sí, al tiempo que se levantaba la prenda y dejaba al descubierto su rara arma. Lo empecé acariciar y poco a poco empezó a reaccionar. Le arrisqué la piel llena de pliegues y éstos empezaron a desaparecer con la sangre que inició su invasión a los vasos sanguíneos. El cuerpo inició su crecimiento y conforme la cabeza iba saliendo, se engrosaba más y se ponía más rosado, hasta que la corona llegó a los 4 centímetros de diámetro y el cuerpo del pene quedó en casi 3 ...