1. En el cine


    Fecha: 05/08/2020, Categorías: Gays Tus Relatos Autor: Juan, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X

    ... Cuando se sentó a mi lado pude ver que era el boletero y me preguntó de una manera muy amable si estaba a gusto y yo le dije que sí. Parecía un poco tímido pero yo sentí que trataba de complacerme y quería que me sintiera cómodo. En un momento me sentí distendido y dejé de sostener la tela del sobretodo que me tapaba , al deslizarse hacia los costados mi piel quedó al desnudo y mis piernas emergieron ante la mirada atónita del boletero. No me sacaba la vista de encima. En ese momento vi su cara de deseo. Fue cuando rompió el silencio y me dijo que mis piernas eran muy bellas y que se las imaginaba muy suaves. Me encantó lo que me dijo, sentí esas ganas de querer gustarle. Inmediatamente hice un movimiento acercando mis piernas hacia él y acariciándome e invitándolo a hacer lo mismo, con un tono inocente alcancé a decirle que a mi me parecían suaves y que nadie antes me había acariciado las piernas ni me había dado su opinión pero que él podía hacerlo.
    Me agradeció y a medida que iba acercando sus manos se veía tembloroso y nervioso hasta que por fin posó su mano sobre mi muslo. El calor que irradiaba su palma parecía quemarme la piel, pero también me gustaba. Su respiración parecía acelerarse. La excitación en ese momento era indescriptible. Veía como mis piernas estaban desplegadas en todo su esplendor y a merced de las caricias de un desconocido. Comencé a sentir sus roces muy suaves y tiernos. No pude ocultar mi erección ya que el short era ajustado y muy corto. Así como ...
    ... dejaba ver toda la extensión de mis piernas hasta el comienzo de la cola y un poco más, también dejaba en descubierto el bulto de mi erección y él se dió cuenta.
    Después de gozar de ese momento y las mejores caricias pasó a contarme que se llamaba Juan y que estaba haciendo un curso de masajista y que solamente si yo quería él podía hacerme unos masajes, que era una ayuda para la práctica del curso, y que si no quería no había problema, a lo cual le dije que no sabía.
    De pronto sonó un bip en su reloj y me dijo que tenía que hacer el recambio y que iba a demorar media hora. Que yo decidiera si irme o quedarme. Si decidía quedarme podía hacerlo todo el tiempo que yo deseara. 
    En cuanto se fue no dejaba de pensar en ese paraíso de caricias que hasta hace un momento me había regalado ese desconocido llamado Juan. Mi corazón palpitaba muy acelerado. Esa media hora pareció una eternidad. Cuando regresó a mi lado le dije que me quedaría y que aceptaba los masajes. La alegría que le dió mi decisión la pude percibir en su rostro. Parecía un hombre solitario y eso me daba pena pero a su vez sentía una enorme excitación de sentirme deseado por él y saber que yo, le podía ofrecer un momento feliz.
    Me pidió que lo acompañara. Me condujo a un cuarto que se encontraba solo a unos metros. Había una camilla. Me dijo que me quitara el sobretodo y que me acostara boca abajo. Hice todo lo que me dijo. Luego me puso un almoadón debajo de mi cadera dejándola más ensanchada y mi cola más hacia ...