1. Gane dinero extra


    Fecha: 08/06/2020, Categorías: Jóvenes Tus Relatos Autor: Adaptación316, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X

    Hola a todos me llamo Daniela y soy de México les contare algo que me paso a los 16 años. Y encontré la manera de ganar dinero de una manera sucia  
    
    se preguntaran cómo termina una ganando dinero de esta forma. Y es que era joven, necesitaba dinero… Jejeje.
    
    Hablando ya en serio, esto surgió en el colegio, en esas edades (16-17) en las que los muchachos empiezan a tontear con las niñas, Supongo que también es durante esta época cuando los chicos comienzan a sentir ese morboso interés por la ropa interior femenina. De modo que no era difícil que al darme la vuelta en el pupitre y mirar al compañero de atrás le pillara frecuentemente intentando ver qué braguitas llevaba aquel día.
    
    Y es que, como ya muchos sabrán, la ropa es muy traidora para con nosotras y, cuando nos sentamos, dejan ver más de lo que deberían. Un día, un poco enfadada, le dije en tono jocoso:
    
    – Si quieres mirar, paga.
    
    La respuesta me dejó alucinada, pues nunca pensé que tuviera tanto poder oculto.
    
    – Cuánto?
    
    Obviamente le mandé a la mierda, pero más tarde, aquel mismo día por la tarde, estuve pensando acerca de ello y llegué a una conclusión: dinero fácil. Al día siguiente, tras un par de regateos, llegamos a un acuerdo: por la mísera cantidad de 80 pesos, le enseñaría las bragas en exclusiva. Cuando sonó el timbre del recreo, mi compañero  no cabía en sí de nervios, excitación o qué se yo. Nos retrasamos con excusas ante nuestros amigos y entonces, seguros de estar solos, fuimos a los ...
    ... baños. Una vez allí, levanté mi faldita tableada, idéntica a la de todas mis compañeras (por desgracia, en mi colegio era obligatorio el uniforme) y miguel, que así se llamaba el chico en cuestión, estuvo cerca de cinco minutos mirando cada centímetro de mis partes bajas. Lo cierto es que aquella mañana, a pesar de que tenía planeado aceptar la oferta, no había caído en ponerme alguna de mis mejores braguitas, de modo que eran unas de las más vulgares: blancas y bordadas. Pero a él pareció no importarle.
    
    Aquello se repitió durante varios días. Al cabo de un par de semanas, ya casi le había enseñado todo mi repertorio de ropa interior, pero me sorprendió ver que me había traído unas bragas de su hermana. Quería que me las pusiera el día siguiente. No me negué. Luego me trajo un tanga (casualmente, fue el primero que me puse) y también acepté. Recuerdo el tiempo que estuvo con la mirada fija en mis nalgas. También trajo algunas braguitas más atrevidas, con transparencias, que dejaban intuir la sombra de mi vello púbico. Al principio le devolvía las prendas limpias, pero con el paso del tiempo, me pidió que no las lavara. Volví a aceptar. Un día, todo avergonzado, me dijo que no iba a traerme más braguitas de su hermana, pues le había pillado. Gracias a dios, no le dijo nada de lo nuestro, sólo que las cogía. Y entonces se trajo a un amigo (santiago).
    
    A mí no me hizo gracia que fuera contando aquello, pues era un secreto (más bien secreto a voces, porque aquello se fue ...
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