1. Matilda, guerrero del espacio (capitulo 29)


    Fecha: 02/12/2017, Categorías: Humorísticos Autor: calvito, Fuente: CuentoRelatos

    ... hospital en espera de noticias sobre su Princesa, “la princesa del pueblo” como la llamaban. El canciller Uhsak fue el último en llegar, porque el atentado le sorprendió en otro planeta del reino.
    
    —¿Un atentado? —exclamó el canciller cuando se reunió con Ramírez y le informó del estado de la princesa—. Los accesos al planeta están muy controlados, es muy difícil que agentes del imperio…
    
    —Todo apunta a que es interior, —le interrumpió cogiéndole del brazo y llevándole aparte—. Ya sabe que la Princesa se ha granjeado muchos enemigos entre la antigua clase dirigente: han perdido todos sus privilegios.
    
    —No me puedo creer que esos cabrones hayan llegado ha tanto, —dijo Uhsak moviendo la cabeza de un lado a otro.
    
    —Dispararon a la lanzadera con un misil buscador. Sabían a que hora iba a salir del palacio, su recorrido, y además estaban preparados para abatir a los supervivientes.
    
    —¿Hemos tenido bajas?
    
    —Los dos pilotos y tres escoltas muertos. Solo han sobrevivido, la Princesa y otra escolta. Por fortuna, hemos abatido a dos terroristas y hemos apresado a otro cuando intentaba escapar de la zona de seguridad. El jefe de policía ya le está interrogando.
    
    Mientras tanto, miles de ciudadanos seguían congregándose frente al hospital y a media tarde, la cifra ya sobrepasaba de largo el medio millón. El jefe de la milicia mandoriana, desplegó a sus tropas para proteger a la multitud, que constantemente entonaba cánticos de apoyo a su princesa, iniciando así una ...
    ... vigilia que duraría hasta que, tres días después, se anunció que su estado había mejorado y que estaba fuera de peligro.
    
    Sin sospechar lo que iba a ocurrir, Matilda se había trasladado al monasterio de Konark. Mentalmente se encontraba perfectamente, pero necesitaba mucha tranquilidad y aislamiento para desarrollar los planes de batalla para Axos. Esa noche, Ushlas había llegado al monasterio para pasar la noche con ella, con la complicidad de la reverenda madre, que hacia la vista gorda.
    
    —¿No había una celda más lúgubre? —ironizó Ushlas abrazando a Matilda—. ¡Tanta piedra, tanta piedra!
    
    —Pues a mí me gusta. Además, está más aislada y si te pones a chillar me revolucionas a las hermanas, —dijo riendo.
    
    —Ummm… ¿me vas a hacer chillar?
    
    —Como a una zorra maradoniana.
    
    —¿Y a que estás esperando? —dijo atacando con sus labios los de Matilda.
    
    Las dos se tumbaron desnudas sobre la cama mientras sus lenguas luchaban entre sí.
    
    —Lo peor de todo esto es no poder tenerte a diario conmigo, y olerte y besarte constantemente mi amor, —susurró Matilda.
    
    Cuándo todo terminó, las dos se quedaron inertes, agotadas y felices, mutuamente abrazadas.
    
    —Yo he chillado, pero tu también, que lo sepas, lista, —dijo Ushlas mientras sus manos se deslizaban por el sudoroso cuerpo de Matilda.
    
    A la mañana siguiente, Camaxtli se reunió con ellas. Matilda necesitaba los servicios de su fiel jefe de ingenieros.
    
    —Que alegría que me hayas llamado mi amor, —dijo la roja maradoniana ...
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